Hay frases que, aunque nunca me gustaron, reconozco que son tan ciertas como la vida. Me refiero a ese tipo de axiomas que hace años solían regalar en adhesivos dentro del envoltorio del ´Cropán´ y que ahora algunos se han empeñado en resucitar en carteles a través de Facebook o Twitter. Una de ellas me viene a la memoria cada vez que voy a comprar al ´chino´ de la esquina. Es esa que dice que el amigo de verdad es el que te pregunta cómo estás y se espera a oír la respuesta. Aunque no lo admitamos, aunque creamos que la vida rápida, de prisas y encuentros fugaces, no se ha instalado todavía de lleno en esta Región, podemos encontrar ejemplos diarios de que nos engañamos. Y el chino de la esquina me lo recuerda cada vez que entro a por tabaco. De forma natural, espontánea, sin pensarlo, cruzo la puerta y suelto un ´Hola, ¿qué tal?´ Y me muerdo la lengua cada vez que lo hago por no recordar cuál va a ser la reacción del chino. Me mira a los ojos y, con una sonrisa, responde: «Hola, muy bien, gracias, ¿Y tú?». Y yo que no sé qué responder. Era un saludo, sólo un saludo, pienso. Entrecortado, cojo rápido el tabaco y huyo veloz como si hubiera robado algo.