La Agrupación Sardinera, haciendo un mínimo de justicia cultural, ha distinguido a José María Galiana con su insignia de oro agradeciéndole la difusión del festejo del Entierro de la Sardina a través de su música. Galiana es el autor de la banda sonora de la película Locos por un pito, de García Martínez y Tino González, que ha sido durante décadas muy popular, enraizándonos con nuestras fiestas de más solera. El autor es un músico y cantautor a quien se le debe, en gran medida, la recuperación de nuestros poetas Julián Andúgar, Vicente Medina, Eliodoro Puche, Antonio Oliver o Salvador Jiménez, entre otros, a través de la musicalización y popularización de sus obras. También compuso, por encargo de la Comunidad Autónoma, un Himno regional que no alcanzó la difusión que debiera.

Galiana ha aportado una esencia única al panorama cultural de las últimas décadas en nuestra región; con su música, con sus recitales y discos, con su propia literatura, con una entrega total en el empeño de recuperar la poesía y las raíces de nuestra tierra. Y siempre en silencio, sin favor administrativo alguno, al margen de favoritismos ni halagos, con el silencio interior de los mejores creadores. Su esfuerzo ha sido muy loable, imprescindible; así lo ha entendido la Agrupación Sardinera poniendo el énfasis en su agradecimiento, como desde otras instancias e instituciones, se debería hacer con los méritos artísticos de José María Galiana, uno de los nuestros, de los mejores en el panorama creativo contemporáneo.

Ya sabemos lo difícil que es Murcia para reconocer a sus hijos ilustres, para sentirse agradecida ante la generosidad de los murcianos, para valorar a quienes tienen el mérito de haberla servido incondicionalmente con lo mejor de sí mismos. Hay muchos casos, Galiana es uno de ellos, de los más llamativos. Con su amplia discografía, con sus ilustraciones para teatro o para el documentalismo, con su altísima calidad interpretativa y musical, puso delicadeza en la cultura de nuestra tierra, ingrata por su propia naturaleza y forma de ser. Yo, desde aquí, reivindico su figura y su obra llena de aromas fértiles, de sabores murcianos inconfundibles. Sus amores a la tierra, con desesperación tranquila, siendo más voz que la voz de su eco, nos ha anunciado durante años la vigencia de la memoria colectiva; de los mejores versos escritos entre nosotros. Su magistral composición de Cansera, de Vicente Medina, así nos lo demuestra con solvencia incuestionable. Lo he dicho alguna vez, lo vuelvo a repetir: hace falta que valoremos nuestro patrimonio, aunque éste sea de carácter humano.