Nada justifica tal brutalidad. Nada. Ni las vallas de seis metros de altura, ni los alambres de espino, ni las cuchillas sangrientas van a lograr frenar la desesperación de cientos de inmigrantes que se lanzan una y otra vez, aun con el riesgo de perder la vida o sufrir importantes heridas, porque huyen del hambre, la guerra y la represión aunque minaran el terreno y posteriormente fueran gaseados con gas sarín. El PP demuestra constantemente su falta de alma y sentimientos por más que se santigüen entre fechoría y fechoría: sanidad, educación, becas, pensiones, salarios, desahucios asesinos son muestra de ello. Tener la mayoría no te legitima. Ver esas vallas recuerda al gueto de Varsovia y me hace preguntarme: ¿Esas cuchillas se han puesto para que los inmigrantes no entren o es para que nosotros no salgamos? Quizá no nos hayamos percatado de que vivimos en un gran campo de concentración. Pensadlo.