Comunicación directa e instantánea. No importa la distancia, en un santiamén sabemos de familiares, amigos y conocidos, con fotografía y vídeo incluidos. El teléfono móvil nos abstrae e inmoviliza, si queremos estar atentos a los mensajes que recibimos por whatsapp y más, si ponemos manos a la obra (¡perdón!) al teclado, para responder a todo hijo de vecino. Al final, podemos acabar conectados con un montón de gente que deambula o habita por esos mundos de Dios y olvidarnos de quien está junto a nosotros.

¡El término medio de la virtud se da por desaparecido! Pero, como muchos de ustedes, yo me rebelo. No estoy dispuesta a perder ni un ápice de las relaciones más genuinas por esa tonta ansiedad de saber y responder a la voz de ya. Las cosas (el teléfono móvil también) pueden esperar, las personas no. Sí, ya sé que, de momento, no enviamos whatsapp a ningún chimpancé, pero me refiero a ese trato personal que genera la convivencia y, mal utilizadas, enredan las redes sociales. De momento, si no una pelea, mantengo un interesante bis a bis con mi gente€ bueno, a veces he intentado el secuestro de algún aparatejo de estos porque, a no ser por algo importante, no hay que vivir esclavos del qué me dirán cada décima de segundo y mucho menos de ese teclear convulsivo que carece, con frecuencia, de un mínimo de reflexión y sentido. Lo bueno, si breve€ ya se sabe, pero también parece haber caído en el olvido que cada cosa tiene su tiempo.

Me gusta el tiempo repito, de estar juntos, hablar, reír, callar, escuchar€ disfrutar de esos espacios, a veces breves, que nos deja el ajetreo diario para la vida en familia. No vayan a creer que utilizo algún medio primitivo para comunicarme. Tengo whatsapp con grupos y todo. Por eso sé lo que nos puede pasar€ y me pasa ¡nadie es perfecto! Mis hijos dicen que no soy muy expresiva enviando mensajes, pero€ prefiero hablar con ellos, aunque sea por teléfono. Verlos por casa y estar juntos sin más. La conversación discurre fluida al igual que los tiempos de silencio. Es como saber que nos queremos.

Mientras redacto este artículo, he recibido algún que otro mensaje de whatsapp y€ no he podido resistir la tentación de mirar. Claro que mi portátil no se inmuta. Hace mucho que no escribía sobre la mesa de la cocina de casa, testigo mudo de muchas comidas familiares. ¡A saber lo que se está cociendo por ahí!... Cada cual sabrá su estado y foto de perfil.