Aclara la RAE en su primera entrada al respecto de maestro: "Dicho de una persona o de una obra: De mérito relevante entre las de su clase". Es exagerado querer reclamar que los docentes seamos elevados a la categoría de divinidades pero tampoco creo que sea justo que se minusvalore el papel que los maestros y demás docentes ejercemos en la sociedad. Es duro ver cómo se nos 'mete a todos en el mismo saco', ese saco roto que dice: 'funcionarios, muy bien pagados, muchas vacaciones, que hacen lo que les da la gana, etc.' No sé lo que ocurre en otros sectores del funcionariado pero sé lo que sucede en los colegios porque trabajo en uno y una gran cantidad de mis amigos son también maestros o profesores.

Aquí, la gran mayoría de los compañeros trabaja más de lo que su contrato les exige. No sólo trabajamos con las manos y con la cabeza. También trabajamos con el corazón. Porque nuestra labor no es sólo poner exámenes y corregir libretas. Nuestra labor no es sólo enseñar los ríos y desvelar los secretos de la morfosintaxis. No. Nuestra tarea va más allá. Nos acercamos al mundo de los niños y escuchamos sus necesidades. Atendemos al niño en su totalidad y no solamente en su faceta instructiva. Somos educadores: trasmitimos valores, ayudamos a gestionar los sentimientos e impartimos modos valiosos para afrontar la vida. Nuestro trabajo no acaba a las 2 cuando toca la sirena. Preparamos materiales y clases para que los niños encuentre lo más amena posible la lección. Porque sabemos que de su felicidad depende nuestro éxito profesional. Porque sabemos que no somos 'enseñantes' a secas. Somos educadores y no nos limitamos a la mera trasmisión de conocimientos académicos.

Además de las tareas que la Ley nos impone, solemos realizar excursiones y actividades extraescolares (con el riesgo y la responsabilidad que ellas conllevan), porque entendemos que la educación debe ser entretenida y traspasar las paredes del aula. Realizamos revistas, programamos actividades, celebramos fiestas con bailes y recitales. Escribimos, si hace falta, una obra de teatro e incluso la representamos, para que los niños pasen un buen rato y aprendan otras cosas. ¿Por qué? Porque somos amantes de la enseñanza. Además de nuestras horas reglamentarias, realizamos cursos de formación para ampliar conocimientos que ayuden a mejorar nuestra práctica docente más allá de lo que se requiere para cobrar un sexenio. Realizamos proyectos como Huertos Escolares, Semanas Culturales o Fiestas de Fin de Curso en las que empleamos tiempo y dedicación extras. Pero no escribo estas líneas para reclamar un aplauso popular. Sólo para que la gente valore a todas estas personas que de forma entusiasta trabajamos por el bien de sus hijos.

Me siento orgulloso de ser maestro y de compartir mi trabajo con gente tan valiosa. Sirvan estas líneas como homenaje a todos y cada uno de los profesores que hacen posible una enseñanza de calidad.