Cada día que pasa, las dudas sobre la viabilidad del futuro aeropuerto crecen, y eso no es bueno para nadie. Así que cuanto antes se disipen los nubarrones que cubren el cielo del Campo de Cartagena, mejor que mejor.

El aeropuerto de Corvera está teniendo un embarazo complicado. Al principio nadie quería perderse el poder participar en la concepción del proyecto. Se buscaba madre de alquiler a buen precio, eran tiempos de fandangos y romerías, por eso no se tardó mucho en ofrecerse parturientas, eso sí, siempre y cuando alguien avalara las posibles complicaciones del parto, ya que era conocido que incluso el padrino andaba de jarana, y que le hacía más caso a su hermano mayor de nombre San Javier, y a un primo cercano que vive en Alicante al que llaman cariñosamente El Altet; de hecho, el dinero que por aquel entonces tenía el futuro padrino se lo gastaba en ellos a manos llenas. ¡Que no me entere yo que os falte algo! decía envalentonado.

Por eso, el padre ideológico de la criatura no tuvo más remedio que pagar la ronda a la que había invitado, y avaló en nombre del interés general un embarazo que, tal y como presumía la madre, se está complicando llegada la hora de romper aguas.

Durante todo este proceso, otros embarazos de similares características, que no iguales, tuvieron un desenlace desgraciado e infeliz. Castellón y Ciudad Real todavía siguen echando cuentas de lo caro y costoso que es la inseminación artificial, sobre todo cuando los sueños se convierten en pesadillas.

Por eso aquí empezaron a preocuparse sobre el futuro del nuestro, no se sabía si estos casos eran pura casualidad o se trataba de una epidemia, ya que los nuevos y esperados bebés/aeropuertos salían todos con ciertas deficiencias, no por falta de oxígeno, sino más bien por nacer en familias desestructuradas y caprichosas.

Entonces a alguien de la familia se le ocurrió empezar a estudiar pormenorizadamente el caso, y comenzó a hacer análisis y estudios estadísticos de la situación, y comprobó que los datos corroboraban que el color rosa empezaba a tornarse gris nube tormenta.

El sobrino de Alicante, El Altet, había crecido en los últimos cinco años un 8,7% (2007/2011), mientras San Javier rozó un descenso del 37%, incluso este año la cosa pintaba peor, ya que hasta mayo el descenso respecto a 2011 ascendía al 5,4%.

Los regalos que años atrás llegaban en forma de transporte de mercancías estaba arrojando datos más que preocupantes. El Altet tenía un descenso en lo que llevamos de año 2012 (enero–mayo) del 20% (1.066.782 toneladas), pero nosotros, a orillas del Mar Menor, teníamos un bajón del 87% que, siendo preocupante, no lo era menos por el número de toneladas que aportábamos, tan solo 109, el 0,01% de lo que genera el primo alicantino. Otro primo lejano, que reside en Almería, en cambio experimentaba un importante crecimiento que ronda el 152% (más de 4.000 toneladas).

Las alarmas empezaron a sonar, alguien se dio cuenta de que AENA tiene un ojo puesto en su privatización y otro en su futuro, y que para ella Corvera, como Teruel, dicen que existe. La madre de alquiler, llegada la hora del parto, exige que alguien entre con ella al paritorio y que se haga copartícipe de la manutención del bebé/aeropuerto, y empieza a pensarse muy seriamente darlo en adopción al mejor postor. El padre tiene tantas púas que una más no le importa, así que en el peor de los casos le ha dicho a la madre que se ponga en cola, y que no se preocupe, que si él no puede estar, alguien irá en su nombre, que incluso un tío lejano que vive en EE UU, un tal Paramount, le había dado recuerdos para la madre y que espera que vaya todo bien. Pero aquí, hasta los familiares más cercanos empiezan a poner excusas para no estar en el nacimiento y, mientras tanto, los días pasan, las nubes no se disipan, e incluso alguno dice haber visto los primeros rayos y relámpagos.

Nota: Sé que soy el único, que nadie me hace el más mínimo caso, que parezco el último mohicano, pero seguiré pidiendo explicaciones de por qué el tren que cada hora sale desde la estación Del Carmen dirección Alicante y que pasa por la mismísima puerta de El Altet no para. Ya no pido tan siquiera una triste parada, me conformo con convencer al conductor del tren de que frene un minuto y que quien quiera apearse lo haga. Pero por lo visto, la clase política cree que es mejor ir en coche, gastar tiempo, dinero y fomentar el consumo de combustible. Y encima seguro que ahora me critican que esta opción es apostar por el primo de Alicante en vez por el esperado y deseado bebé/aeropuerto murciano.