Agradezco las precisiones contable-presupuestarias de la directora general de Presupuestos de la Comunidad Autónoma: sin duda, la señora Gomariz conoce mucho mejor que cualquier profesor universitario los entresijos de la Hacienda regional. Es, además, un halago que, dados los múltiples quebraderos de cabeza que debe sufrir como consecuencia de la espinosa situación presupuestaria en la que nos encontramos, haya considerado oportuno responder al artículo publicado por La Opinión el lunes pasado. Sin embargo, se me antoja que tales precisiones son más bien foliares, es decir, tienden a coger el rábano que nos ocupa por las hojas de múltiples tecnicismos y no van al fondo de la cuestión, que con toda seguridad es lo que más interese a nuestros posibles lectores. Situemos, pues, el debate en un terreno más mollar:

Lo habitual es que el Fondo de Contingencia se localice en el capítulo 5 de la clasificación económica de los gastos públicos. Eso es lo que, por ejemplo, ocurre con los Presupuestos Generales del Estado: 2.472 millones de euros en el presente ejercicio. Tal emplazamiento no es casual; al no existir antes el capítulo 5 de gastos, se aprovechó ese nicho para darle entrada en 2003. Por tanto, si se quiere comprobar si existe, o no, un Fondo de Contingencia en la Región de Murcia, inevitablemente uno debe dirigirse en primer lugar al capítulo 5 de gastos. No hay: cero patatero.

¿Y por qué no está donde normalmente debe estar? Si la primera conclusión que se deriva de la lectura de la respuesta de la señora Gomariz es que un servidor miente, porque dice que no hay lo que sí hay, la segunda es que si la Comunidad dispone, como ella afirma, de un Fondo de Contingencia, por qué no aclara en qué capítulo de los gastos está ubicado y, sobre todo, cuál es la cuantía del mismo: ¿A cuánto asciende el

dichoso Fondo? ¿Por qué motivo no explicita su montante?

Así pues, no me ha quedado más remedio que bucear en las procelosas aguas de los presupuestos regionales de 2011. Después de unas cuantas horas de turbulenta navegación: ¡Eureka! A cinco dígitos (779.01), en la rúbrica de Transferencias de Capital a Empresas Privadas aparece una partida que lleva por título Fondo de Contingencia Presupuestaria. No me negará la directora general que hace falta tener tiempo, necesidad y cierta pericia para dar con ella.

Así pues, si es cierto que lo hay, no lo es menos que cuesta dar con él. Bueno, con él o con su simulacro, porque la cantidad total asignada a ese fondo —con minúsculas— se eleva a 950.000 euros. O sea, que lo que se nos quiere hacer pasar por un Fondo de Contingencia no deja de ser simple calderilla presupuestaria: ¿Con esa cantidad podemos decir que «la Comunidad sí dispone de un Fondo de Contingencia»? Me temo que entre el nombre y la cantidad hay una contradicción irresoluble.

Para que el lector tenga base para la comparación. El Fondo de Contingencia del Gobierno central tiene una dotación que equivale, en 2011, a 53 euros por habitante en España. El fondo de contingencia del Gobierno regional supone 63 céntimos por residente en nuestra Comunidad. El de las mayúsculas representa el 1,2% del total de gastos nacionales; el minúsculo se cifra en un 0,02% de los regionales. Por último, si como decía en el artículo anterior, se aplicase el porcentaje estatal al gasto regional de 2011, tendríamos un fondo de 57 millones de euros. Y si tuviésemos esa cantidad ¿dónde emplazaría la señora Gomariz esa previsión de gasto? No lo duden: en el capítulo 5, que es donde debe estar, a no ser que la cantidad presupuestada sea tan exigua que dé pudor hacerla visible.

Se me dirá que la partida es ampliable. Ya, como casi todas. Dejando ahora al margen la cuestión básica de la solidaridad de todos los contribuyentes con las víctimas de una catástrofe natural, la funcionalidad de un Fondo de Contingencia es la de tener recursos para gastos que, por su naturaleza, son imprevisibles y, con ello, no presionar al alza sobre el déficit público previsto. Dado que hablar de ampliación de una cantidad irrisoria para paliar la devastadora situación que padece Lorca es pura retórica ¿cuáles serán los efectos del recurso a créditos extraordinarios sobre el déficit público previsto? ¿Y dadas las actuales restricciones presupuestarias, hasta dónde podrán llegar esos créditos o suplementos de crédito? ¿No hubiese sido más adecuado estar dotados de un verdadero Fondo de Contingencia?

Y, en ese sentido, casi lo peor de todo es que nuestro fondo de contingencia ha menguado sustancialmente en los últimos años, puesto que en

2009 la cuantía del mismo se situó en 12,3 millones de euros. No tenía la envergadura suficiente y, en dos años, fue prácticamente mutilado puesto que sus recursos se ha dividido por trece. Es cierto que, en fases recesivas, hay que priorizar el gasto público. Lo que es mucho más discutible es que sea en este tipo de partidas donde haya que meter las tijeras y hacerlo, además, con inusual intensidad.

Si se considera lo sucedido en Lorca, bien harían todas las fuerzas con representación en la Asamblea Regional en consensuar en el proceso de elaboración de los presupuestos de 2012 la sustitución de los apuntes contables de carácter retórico de 2011 por la creación de un Fondo de Contingencia —con mayúsculas— en 2012. Constituiría una prueba de responsabilidad política que sería bienvenida por los ciudadanos de una Región con un grado de exposición a riesgos naturales relativamente elevado en el contexto español.

Permítanme dejar lo del déficit de las Administraciones públicas españolas para otra ocasión. Es un tema de demasiada enjundia como para tratarlo como ha hecho la directora general: aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, se clava una pica en Flandes.