Saavedra Fajardo, el político y escritor murciano más universal del siglo XVII, escribió, dos años más tarde de la primera publicación de su obra insigne, Idea de un príncipe político christiano respresentada en cien empresas, o como es más conocida casi desde el principio, Empresas políticas, un manuscrito —desaparecido para la historiografía durante más de tres siglos— titulado Carta de un holandés. En él, haciéndose pasar por un ciudadano de aquel país, pretendió persuadir a los regentes holandeses de la necesidad de firmar una tregua con España y la inconveniencia y el peligro de apoyar a Francia en su intento de ocupar las provincias vecinas fieles a la monarquía española.

Más de cuatro siglos y medio después, otro holandés de nacimiento —éste real y no ficticio— pero afincado en Murcia desde hace mucho tiempo, nos muestra su particular visión de la situación política española por medio de la biografía de José Manzano Aldeguer, empresario y alcalde de Beniel durante el período 1983-2001.

En efecto, Govert Westerveld, el autor de este libro, es un antiguo damista, cronista oficial de Blanca, hispanista e investigador de ajedrez, damas, de La Celestina y de la Segunda República Española, y académico correspondiente de la Real Academia Alfonso X El Sabio de Murcia. Preocupado por la descomposición, la deriva corrupta y la pérdida paulatina de la ética y la moral en la mayoría de los políticos españoles con las que se inició la democracia en España, ha escrito un libro donde nos describe la figura de José Manzano como un «verdadero espejo en el que deberían mirarse las nuevas generaciones de jóvenes, en cuya responsabilidad recaerá el futuro devenir de nuestra sociedad», tal y como le apuntó Ángel Alcalá, profesor emérito de la Universidad de Nueva York y fundador del Partido Popular en Estados Unidos, tras la lectura de este libro.

Pepe Manzano, como siempre ha sido conocido entre los suyos, aparte de su labor emprendedora al frente de su negocio, gobernó el municipio de Beniel durante dieciocho años bajo las siglas de Alianza Popular primero, y Partido Popular, después; los doce primeros bajo un Gobierno regional socialista y los seis últimos con uno popular. Fue un alcalde vocacional, de los que ya no existen; no cobró por ejercer el cargo y los primeros ocho años ni siquiera el kilometraje. El pueblo de Beniel experimentó un cambio radical tras sus mandatos y fue incrementando paulatinamente el respaldo de sus conciudadanos tras cada legislatura.

Su condición de empresario, junto con su pericia mercantil, le llevó a gestionar un municipio con escasos recursos públicos, sobre todo en su primera etapa, pero con excelentes resultados en la transformación y el progreso del pueblo con el paso de los años. Como bien explica él mismo en el prefacio del libro, «fue debido a que se aprovecharon muy bien las limitadas ayudas externas, nuestras empresas invirtieron y la población activa vivía ilusionada por trabajo estable».

La constancia, el trabajo bien hecho, la eficacia, el orden, la seguridad, el respeto a la ley y, en definitiva, la honradez y la sinceridad en la gestión, conlleva inmediatamente la atracción de inversiones privadas, el fomento de la empresarialidad y la creación de puestos de trabajo con el consiguiente progreso del individuo en cualquier ámbito geográfico del que hablemos: municipio, región o país. Como bien dice en uno de sus tres escolios al principio del libro: «De cada cien personas que conozco, sólo una es capaz de crear empleo para los demás. Si le quitamos el estímulo, no sólo atentamos contra nosotros mismos, sino que lo hacemos contra las futuras generaciones».

Mas no le faltaron obstáculos y adversidades de toda índole. Aparte de ser una isla de la derecha murciana en el panorama electoral de la Región dominado por el Partido Socialista en los primeros años, sufrió la inquina habitual de la izquierda cuando no gobierna en democracia cada cierto tiempo —o mejor dicho, cuando no gobierna— y fue llevado, con la colaboración de un grupúsculo de disidentes de su propio partido en algunas casos —lo de Churchill, ya se sabe, adversarios, enemigos, etc...—, tantas veces a los tribunales como tantas salió victorioso de ellos. Aunque sus momentos más difíciles fueron, sin duda, cuando padeció y gestionó de forma eficaz junto a su pueblo varias inundaciones por las crecidas del río Segura, siendo la más grave la de 1987.

Orgulloso por ser de derechas, demócrata convencido, liberal en lo económico («si más del 80% del trabajo que se genera en España lo mantiene la iniciativa privada, menos del 20% lo promueve la gestión pública. Siendo esto así, que lo es ¿por qué una minoría impone criterios a una mayoría») y conservador por creencias y convicción, se ha granjeado con el paso de los años, y parafraseando a Ramón Luis Valcárcel que escribe el prólogo del libro, «el reconocimiento (...) hacia su persona, hacia su bondad y claro concepto de la familia, de la lealtad y de los muchos valores que ejemplifica».

Govert Westerveld, dada su condición de historiador y de cronista oficial, hace un ejercicio exhaustivo, junto a la biografía personal y política de nuestro protagonista, de la historia de Beniel de la segunda mitad del siglo XX. Por ello es, además, un libro imprescindible para los investigadores de la historia de la Región de Murcia y de las particularidades de uno de sus municipios. La edición del libro cuenta con numerosas fotos de la vida de Manzano y con no menos viñetas del siempre genial Álvaro Peña, aparte de anexos diversos de otros autores y escritos del biografiado.

Govert Westerveld, Un ejemplo para España: José Manzano Aldeguer, Alcalde de Beniel (Murcia) 1983-2001, Murcia, 470.