Ante la polémica surgida entre CROEM y COEC, he sentido la necesidad de escribir este artículo, desde la obviedad de que el puerto de Cartagena está en Cartagena y el aeropuerto regional se construye en el municipio de Murcia. Ambas infraestructuras, distintas entre sí, son de nuestra Región, e incluso superan, en el caso del puerto y superarán, confiamos, en el caso del aeropuerto, el ámbito, no sólo nacional, sino incluso internacional.

En Murcia ciudad está la presidencia de la Comunidad y todas las consejerías, con infinidad de puestos de trabajo. Las grandes inversiones públicas regionales se han hecho también en la ciudad de Murcia: Auditorio Regional, Biblioteca Regional, televisión autonómica, aeropuerto, etc, e incluso en el pasado se han cometido auténticas injusticias con la comarca de Cartagena, como desviar la autopista del Mediterráneo de su cauce natural y llevarla desde Alicante a Andalucía, pero por la ciudad de Murcia y no por la de Cartagena, siendo ésta la única gran ciudad del Mediterráneo que se quedaba aislada, con su litoral, de esa más que beneficiosa infraestructura. Los cartageneros, con mayor o menor paciencia, hemos entendido y en algún caso soportado estos hechos.

Ciertamente, también se nos ha beneficiado con alguna excelente inversión, económica y cultural, como ha sido sin ninguna duda la Universidad Politécnica, que no podemos olvidar que se creó gracias a la firme voluntad y previsión de Ramón Luis Valcarcel y de la entonces consejera de Educación Cristina Gutiérrez, pero con la oposición de grandes prohombres de la ciudad de Murcia, como Clemente García, Tomás Zamora, Ángel Martínez, entre otros, de la comunidad universitaria murciana. Esta oposición a que se hagan cosas en Cartagena no se ha limitado a la Universidad, sino que igualmente surgió, por ejemplo, cuando se creó la sección de la Audiencia en nuestra ciudad. No se eliminaba ninguna de las de Murcia, ni se desplazaba, sencillamente se creaba una nueva, que necesariamente tenía que aliviar y agilizar el trabajo de las cuatro secciones que continuaban y continúan en la capital. Pese a ello, hubo una gran oposición, especialmente del Colegio de Procuradores.

Y ahora surge esa tensión, esos intereses contrapuestos en cuanto a la representatividad en el Consejo de Administración del Puerto y en cuanto al servicio de taxis en el aeropuerto.

En el puerto, sinceramente, ha faltado una gran dosis de sensibilidad e incluso de sentido común por parte del Consejo de Gobierno

Comunidad autónoma, que además de designar en su momento a un presidente de la ciudad de Murcia, Adrián Ángel Viudes, ahora designa o elige a sus cuatro representantes, también de la capital y ninguno de Cartagena, y ello con independencia de la capacidad de gestión que se les supone y de la que, en algún caso, como en la de mi buen amigo Antonio Gómez Fayrén, no tengo la menor duda.

Pero para mayor oprobio de la representación de miembros electivos y no natos en el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria, el representante de los empresarios también se autoelige en principio, y se ratifica después esa elección en asamblea y resulta que es igualmente de la capital, y se comete una enorme preterición con el presidente de los empresarios de Cartagena, que es, no lo olvidemos, donde está el puerto. Además, se niega a recibir y a dialogar con los representantes de la COEC y si esa negativa al diálogo lo dicen públicamente, entre otros, mis buenos amigos Javier Gómez Vizcaíno y Diego Illán, no tengo la menor duda de su certeza.

Con el representante de las Cámaras de Comercio pasa algo parecido; el presidente cameral de la ciudad de Murcia no acepta que el representante de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Cartagena sea miembro del Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria y como el presidente de Cartagena, con toda la razón del mundo, tampoco acepta que sea su compañero de Murcia, el resultado es que el sillón está vacante y que las Cámaras, en la actualidad, carecen de representante.

En el fondo, lo que yo creo que subyace de nuevo, como en la tremenda injusticia del desvío de la autopista del Mediterráneo, son intereses económicos: la zona de almacenamiento logístico (ZAL) y el corredor ferroviario del Mediterráneo, porque no creo que personalidades de la categoría de los presidentes de las organizaciones empresariales y de las Cámaras de Comercio lo que pretendan sea algún tipo de protagonismo personal.

Para terminar de cerrar la paradoja, sucede, aunque se trate de regulaciones distintas, que en el aeropuerto sí parece que sólo van a poder prestar servicios los taxistas de la capital, muy respetables todos ellos, que hacen muy bien en defender sus derechos, pero que también deben tener en cuenta que el aeropuerto es de toda la Región y que la crisis por la que pasan esos excelentes profesionales la padecen todos los taxistas de nuestra bendita Región y no sólo los de la ciudad de Murcia.

En fin, termino casi como empecé, pidiendo sensibilidad y sentido común, con la única intención de evitar que se produzca una escisión, que no se separe la COEC de la CROEM, porque todos juntos podremos más ; en definitiva, esto depende en gran manera de que el señor Del Toro recapacite por el bien de todos.