He leído atentamente el artículo de Pedro Alberto Cruz Fernández, padre del consejero de Cultura, Pedro Alberto Cruz, publicado en La Opinión el pasado jueves. Y sí, yo no tengo hijos —tengo sobrinos a los que adoro—, así es que alguien puede pensar que no sé lo que se siente ante un hijo brutalmente agredido. No, no lo sé, pero sí tengo la capacidad de ponerme en su lugar y comprenderlo. Y yo comprendo a Pedro Alberto y me solidarizo con él y con su dolor porque me indigna que eso haya ocurrido, porque no creo en el ´diálogo´ de la violencia y sí en el de la palabra.

Quizás por ese dolor, que justificamos, entendemos y comprendemos el articulista cuando hace una relación de los motivos que han llevado a esta incomprensible agresión, y entre esos motivos incluye algunas cosas que simplemente están contempladas en el ejercicio de una legítima oposición, que está para eso: para fiscalizar la labor de Gobierno, para criticar lo que crea que se ha de criticar.

Ser consejero de Cultura en esta Región no parece fácil —el señor Cruz sabe muy bien los ´pollos´ que se le montaban a la consejera de Cultura en el último Gobierno socialista—, seguramente porque es una consejería muy de escaparate donde cualquier actuación tiene una difusión especial. Y esto tiene una parte positiva: el que su labor tenga mucha más difusión que el de otras consejerías y que el consejero sea mucho más conocido; y otra negativa: una excesiva exposición mediática que provoca que su tarea sea más fuertemente fiscalizada, y es que el ejercicio de la democracia exige del control de los poderes públicos, del examen de la labor que sus representantes llevan a cabo, de la razón de las decisiones que se toman y que afectan a todos. Llegar a la conclusión de que el ejercicio legítimo de la oposición ha traído como consecuencia la agresión al consejero es muy preocupante.

Lo que ha ocurrido con el máximo responsable de la cultura en la Región es extremadamente grave y lo que está sucediendo con las acusaciones de culpabilidad de la oposición por parte del PP es también incomprensible. Se está entrando en una espiral que debería de preocuparnos a todos. Yo lo estoy. Esta es una tierra extraordinaria para vivir, pero los medios de comunicación, en el ejercicio de su misión, nos reflejan un día sí y otro también una agresividad, una crispación que nos hace preguntarnos si es que todos, de alguna manera, estamos perdiendo la cabeza.

Dicho todo esto, deseo fervientemente una pronta y total recuperación del consejero Pedro Alberto Cruz y que sean puestos a disposición judicial los culpables.