Nunca más deberíamos utilizar el insulto personal contra quienes no piensen igual que nosotros, el lenguaje despectivo cuando quien nos está escuchando no comparte nuestra visión, la violencia lingüística contra quien critica nuestro posicionamiento. Ni sembrar dudas aprovechando quien revienta la convivencia pacífica, ya que el día de mañana alguien podría devolver la bofetada.

Nunca más debería argumentarse que la izquierda social de este país en general y en nuestra región en particular es poliédrica, ya que eso implicaría directamente que la derecha social es plana, ya que englobaría en un mismo plano a la gente de centro-derecha, derecha y radicales de extrema derecha . Ni tampoco nunca más debería identificarse al Partido Popular como un partido descendiente del franquismo, aunque su presidente honorario fuera ministro del dictador.

Nunca más debería un cargo público con responsabilidad establecer ningún puente entre violencia y trabajadores que desarrollan su actividad en el sindicato, en primer lugar porque son las personas que disponen de los permisos acordados por el órgano del que forma parte, y en segundo lugar porque el principio de buena fe que debe regir cualquier relación queda en entredicho.

Nunca más debería darse a los partidarios de la violencia callejera motivos para radicalizarse en sus actos, ya que verán como sus acciones copan páginas de periódicos e informativos de radio y prensa, y sobre todo divide a la razón, ni tampoco permitir que desde el anonimato y la cobardía se lancen mensajes a través de la Red que tienen como sustento la descalificación personal.

Y nunca más deberían dirigirse los focos de un acto brutalmente deleznable en pedir ´la cabeza´ de un cargo público, intentando convertirlo en la pieza de caza mayor a cobrar, ya que probablemente mucha gente piense que lo único que demuestra esto es debilidad, miedo y respeto

ante un adversario político por parte del partido que sustenta al gobierno.

Pero más que nunca es necesario que nuestros representantes políticos estén a la altura de las circunstancias, principalmente quien tiene la gran responsabilidad de gobernar. Saber perder denota una gran responsabilidad política, pero saber ganar es lo importante.

Más que nunca el próximo día 25 de enero los empleados públicos tenemos la gran oportunidad de demostrar a este país que somos capaces de mostrar de forma democrática, responsable y sobre todo pacífica, nuestro desacuerdo ante las medidas adoptadas por el Gobierno regional, y a su vez, poner de manifiesto nuestro más firme rechazo a que la violencia forme parte de la protesta legítima.

Probablemente, lleven razón los que piensen que todos tengamos nuestra pequeña parte de culpa en cada uno de los puñetazos que se llevó el Consejero de Cultura y Turismo, pero lo que no tengo ninguna duda en no todos somos plenamente culpables de la imagen que nuestra Región está dando al país.