Aunque no siempre sean efectivos, los contactos entre padres y profesores han crecido en los últimos años. Nadie duda que un trabajo conjunto entre ambos mejora considerablemente la educación y el rendimiento académico del alumnado. Por eso se han puesto en marcha diferentes iniciativas que favorezcan la relación familia-escuela. La agenda escolar es una de ellas. Por este medio se mantiene la comunicación diaria a la hora de conocer las actividades en las que está inmerso el estudiante. Consultando la agenda también podemos estar al tanto de cualquier incidente relevante. Colaborar con el profesorado, reforzando su autoridad desde casa, es el mejor modo de favorecer un ambiente de estudio y convivencia. Interesándonos por la marcha escolar de nuestro hijo, animándole a realizar las tareas encomendadas para casa y estimulando un buen comportamiento en la clase, estamos actuando en la prevención de posibles conductas disruptivas o del fracaso académico que lleva al abandono escolar temprano.

Las nueva tecnologías han venido a sumarse a estos contactos. Las faltas de asistencia pueden ser comprobadas a través del teléfono móvil o el correo electrónico. También pueden consultarse fechas de evaluaciones y otros muchos datos de interés en la página web del centro escolar. Hoy en día disponemos de medios avanzados para la mejor de las comunicaciones. Sin embargo, la visita presencial y el contacto telefónico convencional siguen siendo la base más estrecha de colaboración entre los padres y el profesorado. Acudir al requerimiento del maestro es un deber inexcusable al que todos tenemos derecho. Por eso nadie tiene excusa de falta de tiempo o imposibilidad por motivos de trabajo. La falta de dedicación a nuestros hijos, sea en la escuela o en el hogar, se acaba pagando finalmente. La manera más inmediata y efectiva que tiene el centro educativo para ponerse en contacto con la familia sigue siendo el teléfono convencional. Así, al momento, conocen las madres las posibles indisposiciones y accidentes de sus hijos o las amonestaciones por su mala conducta, pidiéndoles que actúen solidariamente con el centro.

Entre las felicitaciones recibidas con motivo de la pasadas fiestas navideñas, me ha llegado un correo adjunto que muestra con ironía la dura realidad vivida a veces en la enseñanza. Se trata de un supuesto mensaje grabado en el contestador automático de un centro educativo. «Hola, buenos días. Usted se ha comunicado con nuestra escuela, para atenderle de la mejor manera posible, por favor escuche las opciones antes de hacer su selección: Si es para justificar, mintiendo, la ausencia de su hijo/a a clase, pulse 1. Si es para justificar que su hijo/a no trajo la tarea marcada dando toda clase de excusas, pulse 2. Si es para quejarse sobre cómo hacemos nuestro trabajo, pulse 3. Si es para preguntar sobre alguna información ´no recibida´ que ya fue enviada previamente en circular informativa o en la agenda escolar, pulse 4. Si es para solicitar que se revisen de nuevo las calificaciones que ha obtenido su hijo/a, amenazando con denuncias a instancias superiores, pulse 5. Si usted lo que desea es insultar o golpear a algún profesor/a, pulse 6. Si usted se ha puesto en contacto para presentar alguna queja sobre el servicio de transporte o del comedor escolar, pulse 7. Si usted desea hurgar en la herida de nuestra perdida de salario y condiciones de trabajo, pulse 8. Ahora bien, si usted es consciente de que su hijo debe estar comprometido con su participación en las clases, con la realización de sus tareas escolares en casa y, además, tiene claro que los primeros educadores son los padres y los docentes no somos responsables de la falta de esfuerzo e interés que muestra su hijo por los estudios, entonces cuelgue el teléfono y déjenos trabajar. Que pase un buen día».

Lo dicho, que pase un buen día y un feliz año.