Todos los holandeses (sin distinción de clase, religión o política) creen a pies juntillas en la máxima de que hombre prevenido vale por dos. Todos en Holanda están enamorados de las estadísticas y dedican especial atención a las que se refieren al futuro. Dicen que Holanda se hunde. No ocurrirá hoy ni mañana, pero ocurrirá. Ocurrirá inevitablemente si los holandeses no hacen otro milagro geográfico.

La rapidez del hundimiento no es la misma en todos los puntos del país, pero se calcula que su promedio es de unos veinticinco centímetros por siglo. Esto quiere decir que dentro de 190.000 años el suelo holandés habrá descendido veinticinco metros. Para otro país esto podría ser un dato de mera curiosidad científica, pero para Holanda representa la luz roja de alarma, el SOS de la catástrofe.

Resulta, además, que mientras el suelo desciende, el mar está subiendo: se halla en un imparable proceso de crecimiento. El clima de nuestro planeta se vuelve más cálido, las capas de hielo de los polos se funden y el agua resultante se precipita en los océanos. Se cree que dentro de 15.000 años no habrá hielo en todo el globo terráqueo y que el nivel del agua del mar habrá subido en toda la superficie de la tierra (Holanda incluida, claro) unos cincuenta metros.

El problema es de una sencillez patética: ¿Qué le ocurrirá a un país (que en gran parte se halla ya bajo el nivel del mar) si su suelo continúa hundiéndose gradualmente? La respuesta es muy simple: desaparecerá tragado por las aguas. ¿Y de donde sacará Holanda el mínimo de altura que necesitará para mirar al mar de frente? ¿Qué puede hacer un país para ponerse todo él sobre zancos, como si dijéramos, y evitar de este modo el desaparecer por completo bajo las aguas? La solución está ahí, al alcance de la mano: arena. Ya se tiene dispuesto, en todos sus detalles, el plan mediante el cual se inundará a Holanda de arena hasta hacerla crecer los metros suficientes para salvarse de la hecatombe.

No, esto no sucederá hoy, ni mañana, ni la semana que viene. Pero sucederá; tiene que suceder. La cuestión es inevitable. Y el holandés de hoy, precisamente por saber eso de que ´hombre prevenido vale por dos´, sabe muy bien que una catástrofe no es menor por el hecho de que ocurra dentro de 10.000 años en vez de suceder el mes que viene. Los holandeses son un modelo para su comportamiento social y sus agendas. Todo lo tienen previsto y concertado, incluidos los planes de lo que harán para salvar a su país dentro de 10.000 años…