Aplicada hoy a la última obra o actuación de una persona, existe la antigua creencia de que el cisne, que no es precisamente un ave canora, emite el canto más melodioso como premonición a su propia muerte. Así, El canto del cisne, fue titulada una colección de cantos (lieder) de Franz Schubert tras la muerte del compositor. El canto más famoso se titula Am Meer (Junto al mar) y es un poema de Heinrich Heine cuya última estrofa dice así: Seit jener Stunde verzehrt sich mein Lib, / Die Seele stirbt von Sehnen; / Mich hat das englücksel´ge Weib / Vergiftet mit ihre Tränen (Desde aquella hora se consume mi cuerpo / Mi alma muere de deseo; / La funesta mujer me ha envenenado / con sus lágrimas).

También se títula El canto del cisne una pequeña obra de teatro en un único acto de Chejov, en la que un viejo actor, Vasilii Vasilievich Svetlovidov, tras quedarse dormido en el camerino por una borrachera, sale al escenario cuando la función ha terminado y se ha marchado todo el mundo. Allí, con la única companía de Nikita Ivanich, el apuntador que duerme en el teatro por no tener sitio a donde ir, repasa alguno de los momentos más brillantes de su acabada carrera. Lo que sigue es una versión que he extractado del original:

Svetlovidov: ¡La función terminó hace tiempo, todo el mundo se fue del teatro, y yo me dormí tan tranquilo!... ¡Ah, viejo chocho, viejo chocho!... ¡Eres un viejo perro! Conque bebiste hasta el punto de dormirte sentado. ¡Soy viejo! ¡Estoy enfermo y ya es hora de que me muera! ¡Qué miedo! ¡Qué miedo!...

Nikita: De lo que es hora es de que se vaya a casa, Vasil Vasilich...

Svetlovidov: ¡No quiero ir allí! ¡No quiero! ¡Allí estoy solo, no tengo a nadie, Nikituschka! ¡Ni parientes, ni vieja, ni hijos! ¡Estoy tan solo como el viento en el campo! ¡Cuando me muera, nadie se acordará de mí!...

Nikita: ¡El público le quiere, Vasil Vasilich!

Svetlovidov: ¡El público se fue! ¡A estas horas está durmiendo y no se acuerda de su bufón! Sí... ¡Nadie me necesita! ¡Nadie me quiere! ¡No tengo mujer ni hijos!... De galán joven, cuando no había hecho más que empezar a calentarme, recuerdo que una mujer se enamoró de mí por mi talento escénico... ¡Y qué talento el mío! ¡Qué fuerza!... ¡No podrás nunca imaginar cómo era mi dicción! ¡Cuánto sentimiento y cuánta delicadeza había en ella! ¡Cuántas cuerdas suenan en este pecho!... Oye, por ejemplo, a 'Boris Godunov': "¡La sombra del terrible prohíjome! / ¡Desde la tumba me nombró Dmitrii! / ¡En torno mío sublevó a las gentes / y sentenció por víctima a Boris!

Nikita: ¡Qué fuerza! ¡Qué talento! ¡Qué arte!

Svetlovidov: ¡Bravo! ¡Bis! ¡Bravo! ¡La vejez! ¡Qué diablos! ¡Aquí no hay vejez alguna! ¡Tontería todo! La fuerza fluye tan rápida por mis tendones como el agua por la fuente! ¡Esto significa juventud, frescor, vida! ¡Donde hay talento, Nikituschka, no hay vejez!... (Se oye ruido de puertas al abrirse). ¿Qué es eso?

Nikita: Petruschka y Egorka, seguramente, que habrán venido... ¡Es usted un talento, Vasil Vasilich! ¡Un talento!

Svetlovidov: No, Nikituschka! ¡Nuestra canción está cantada! ¡Vaya talento el mío! ¡Lo que soy es un limón estrujado, un clavo oxidado! ¡Y tú, vieja rata de teatro, un triste apuntador!... ¡Vámonos! ¡Adiós tranquilidad; adiós contento; / adiós brillo marcial y vastas guerra / que trocáis ambiciones en virtudes!

Nikita: ¡Qué arte! ¡Qué talento!

Svetlovidov: Y esto también... ¡Fuera de Moscú! / ¡Aquí no vuelvo más! / ¡A escape voime sin volverme atrás / en busca por el mundo de un rincón / do refugiar el sentimiento herido!... / ¡Mi berlina! ¡Que traigan mi berlina!...

(Sale seguido de Nikita Ivanich. El telón baja lentamente).

Nota: Como no me cabe, el próximo martes dedicaré mi artículo a la versión adaptada a ZP de la obra de Chejov, por el mismo precio que hoy. No se la pierdan.

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