Se escucha un murmullo de gente, me asomo al balcón y veo pasar por la calle a una veintena de personas acompañadas de un guía que les va explicando la historia de Cartagena; se dirigen hacia La Glorieta San Francisco para conocer los edificios modernistas que rodean la plaza. A los pocos minutos varias familias pasean a paso lento, recreándose y recordando la vida comercial que en otro tiempo tuvo esa vía urbana. Así transcurre la mañana, los transeúntes han tomado como parte de su itinerario la calle Honda tras años de caer en el olvido.

Ocurre que en el proceso de transformación que está viviéndose en la ciudad portuaria, este trazo de área urbana cobra vida a la par que se peatonalizan los ejes centrales que llevan al puerto y sus anexos. En este renacimiento, resurgen por fin los restos de otras culturas que miles de años atrás se asentaron en el mismo espacio que hoy parece revitalizarse, conformando lo que va a ser el mayor parque arqueológico urbano del Mediterráneo. Un contexto esperanzador en el que el otro día, una pareja de turistas andaba confusa buscando precisamente la calle en la que estaban, la calle Honda. Resulta que el letrero con el nombre de la vía está colocado justo a la mitad, coincidiendo con el trozo en el que se acaba la nueva pavimentación y comienza el resto de calle que queda con el antiguo suelo. Por suerte para la pareja, un cartagenero que pasaba por allí al mismo tiempo, les explicó que todo el tramo, aunque con suelos diferentes, formaba parte de la misma calle llamada Honda, y que se encontraban en un sitio mencionado por Polibio cuando narró el ataque de Publio Cornelio Escipión a Quart-Hadast en el que describe que "el centro de la ciudad está en hondo". Es grato observar que la gente está predispuesta a atender a los que vienen de fuera (que cada día son más los que se ven); y se interesa por la historia de su ciudad.

Por su parte, las calles salón invitan a recorrerlas a pie y recrearse observando el contexto en el que se ubican. Debido a la situación e historia de la calle Honda, ésta queda dentro de la zona de paso tanto del viandante de la localidad como del foráneo; así lo veo desde mi balcón en el que hoy escribo. Me encuentro a mitad de calle, y me conforta observar como va creciendo el número de paseantes. La peatonalización de las calles ha sido, sin duda, un gran acierto a la hora de reinventar el céntrico espacio urbano. También cabe mencionar la capacidad de respuesta del ciudadano, que anima las calles con su presencia en cuanto las encuentra acondicionadas para transitarlas.