Nunca había ocurrido hasta ahora. Nunca Cartagena y Murcia, militando ambos en la categoría de plata del fútbol español, se habían enfrentado en las condiciones que lo han de hacer el domingo. El Cartagena como líder en solitario de la clasificación y el Murcia en el vagón de cola; no es el último por poco. Es un momento feliz para la afición cartagenera; a nadie se le escapa la rivalidad de ambos clubes y aficiones porque, eso sí, hay que dejar de lado todo lo que tenga que ver con lo geográfico, social o político.

Estamos ante un partido de fútbol atractivo, con morbo, de mucha pasión deportiva, y nada más, pero también nada menos. A nadie se le escapa que vencer al Murcia siempre, en cualquier ocasión, en competición oficial o amistosa, ha sido un objetivo deseable para los blanquinegros; a veces con cierta obsesión en ello, poco o nada rentable cuando de lo que se trata es de una larga trayectoria a lo largo de una temporada siendo bastante baldío vencer al vecino. Pero así ha sido y es bueno que exista tal pique entre ambos equipos.

La semana ha transcurrido con el cese del entrenador del Murcia, la incorporación del nuevo técnico y los intentos oficiales de llamar a la calma a los seguidores. Haya paz y deportividad, sí, pero es razonable que, sin llegar a gestos impropios de los seres humanos, vayamos todos a defender nuestros colores con la alegría deportiva del acontecimiento. Las dos aficiones han sufrido lo suyo a lo largo de sus historias y bendita sea la ocasión en la que se puedan divertir, los unos con los otros, o los unos a cargo de los otros. Yo debería decir y desear que gane el mejor, pero me pilla en tal estado de ruina por los pírricos siete puntos del Murcia que he de confesar que quiero que gane el peor. Hombre, más que nada porque el Cartagena va sobrado y a los murcianistas se nos debe un respiro, aunque sólo sea por paisanaje. Yo sé que la afición cartagenerista me entenderá.

El partido hará historia pase lo que pase, historia deportiva; incluso han traído caballos para que la policía pueda organizar los accesos al estadio con superioridad animal; parecerá un evento internacional. Se deberá gritar en la grada, animar los noventa minutos (cada cual a su equipo) y tratar de salir airosos de la ocasión; indemnes. Estoy seguro de ello por la madurez de los colectivos en trance. Pero dicho esto, no se corten ustedes, disfrútenlo con intensidad que el fútbol, al fin y al cabo, es sólo un juego. Sólo está eso en entredicho: el resultado de un partido de balompié. Y me temo que después de él, el Cartagena estará arriba y el Murcia abajo. Porque esto viene de lejos.

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