Me siguen insistiendo y preguntando "joer, qué éxito" sobre lo de la comida. Ya saben, mi par de anteriores columnas sobre el fraude que nos estamos jalando, y la salud que nos estamos cargando, y las perras que nos estamos jugando. Y me dicen que siga opinando y aportando ideas y soluciones. Pues no sé, pero lo único que se me ocurre, así, a bote pronto, es que los súper y los mercas, de la noche a la mañana, se tuvieran que meter sus lamentables aunque laureados productos por salva sea la parte posterior, sótano centro, porque la gente se concienciara en masa de cómo también se la están metiendo doblada. Pero eso sería un milagro mayor que el de los panes y los peces, aunque sean transgénicos.

Sin embargo, hay una solución que, por sorprendente y paradójica que pueda parecer, nos brinda la moderna tecnología, y es Internet. Me explico. Con la compra directa a través de la Red, el consumidor, además de asegurarse unas buenas condiciones, accede a una mayor calidad en sus productos frescos, que recibe en casa dentro de las 48 horas de haberse cosechado, sin congelaciones, ni aditivos, ni conservantes, ni tratamiento químico alguno. Desde verduras a frutas de temporada pueden recibirse semanalmente, entre 10 a 15 kilos por unos 30 ó 40 euros. Como si fuese una compra convencional, si bien la comodidad es mucho mayor, la calidad magnífica, y aún así el agricultor gana bastante más, lo cual conviene a ambas partes. Imagínense entonces lo que sería una lonja directa. El ahorro sería inmenso y la calidad inmejorable a cambio de un mayor beneficio para el productor, eliminando los costosísimos intermediarios que solo sirven a los intereses de las grandes cadenas, que, según datos de Coag, pueden subir hasta un 450%. Un auténtico disparate.

Siguiendo con informes de la misma Coag, hoy un agricultor vende un kilo de mezclum a los mercados centrales por unos seis euros. Los restaurantes y comercios lo compran por el doble, y el consumidor final por el triple. Los listillos de los restauradores famosos, como el Bulli, y otros, ya se han apuntado al sistema de la compra directa. Compran productos de primera a precios más económicos, y como mejoran la calidad y el sabor de su cocina, venden el menú a precios mucho más caros a su atontolinada clientela aduciendo que son de huerto propio. Pero miren, tomen muy buena nota: ya existen servicios concebidos de cajas de productos hortícolas ajustados a familias con hijos, parejas, o incluso personas solas. Alimentos frescos, directos, rápidos, y sin más intermediarios que el que los recoge y se los entrega.

Y ahora, fíjense en un dato más que sorprendente, para que vea lo taraditos que somos. La demanda de esta producción ecológica está subiendo en todo el mundo. Es normal que así sea. En España ya hay un millón de hectáreas dedicadas a este tipo de cultivo y unos 120.000 operadores, según datos del ministerio de Agricultura. Sin embargo, el 80% de lo que se produce se exporta al resto de Europa, porque aquí no existe demanda. ¿Qué le parece, doña Maruja? Pero eso sí, claro, el consumo de comida-basura ha aumentado un 30% y los McDonalds anuncian la apertura de 70 nuevos establecimientos en el país de la dieta mediterránea. ¡Hay que joerse..!

Esto tan solo indica una cosa. Que aquí comemos la mierda que comemos porque queremos. El productor no mueve bola porque no hay demanda ni imaginación, y el consumidor no lo hace porque molestarse en pensar es mú cansao. Pero claro, eso sí, ambos se quejan muy amargamente porque los unos cobran una miseria y los otros pagan un ojo de la cara y medio del salva sea la parte.

Pues ya saben la solución, queridos. Tenemos el clima, la tierra y el producto, pero nos falta la inteligencia y la cultura. El lema podría ser 'comida cercana, comida sana'. Un slogan que les regalo a Vds. junto a mi ofrecimiento a echar una mano en esta cruzada si me necesitan. Es una cuestión personal. Aunque, dadas las cabezas, no sé si servirá para algo.

miguel@settgrup.es