Uno de los problemas derivados de 'meter' arbitrariamente la pala excavadora en los conjuntos históricos es que no se sabe nunca donde parar. Las demoliciones crean nuevos contextos urbanos que a su vez sugieren nuevos derribos y al final se acaba por demolerlo todo. Esta vorágine demoledora, inédita y absurda en una ciudad histórica de la importancia de Cartagena, se ha llevado ya por delante el Monte Sacro, el Molinete, la antigua Puerta del Ángel, la Plaza del Lago, una parte del Arsenal y amenaza con cobrarse una nueva pieza, en el entorno del antiguo CIM (Cuartel de Infantería de Marina), en el que la Politécnica realiza una labor restauradora encomiable en estos días, por otra parte.

Para evitar tales efectos arbitrarios, la Ley Nacional de Patrimonio Histórico (16/85) establecía claramente en su artículo 21.3 que "la conservación de los conjuntos históricos declarados bienes de interés cultural comporta el mantenimiento de las estructuras urbana y arquitectónica, así como de las características generales de su ambiente. Se considerarán excepcionales las sustituciones de inmuebles, aunque sean parciales, y sólo podrán realizarse en la medida en que contribuyan a la conservación general de carácter del conjunto. En todo caso, se mantendrán las alineaciones urbanas existentes".

Pero en Cartagena -donde al parecer somos más listos que nadie- no sólo no se ha querido hasta ahora atender esta prudente prescripción legislativa, sino que incluso se ha tergiversado torticeramente justificando absurdos como el que se ha generado en torno al antiguo CIM, donde las demoliciones arbitrarias del muro y la farmacia han dejado fuera de contexto al propio edificio del antiguo penal -que ya nunca podrá ser interpretado como elemento perteneciente al Conjunto Histórico del Arsenal- y la antigua fachada del CIM, que fue concebida por el arquitecto Celestino Aranguren en 1910 como fachada de la antigua prisión de Penas Aflictivas.

De esta portada dice Francisco Javier Pérez Rojas, el gran notario del pasado y perdido esplendor urbano de Cartagena, que "es una portada pantalla muy curiosa y decorativa con forma de ventana termal en la parte alta y flanqueada por dos pilares. Es una composición de un clasicismo modernista muy similar al de los edificios industriales. Todos los hierros y demás elementos decorativos son de estilo modernista, sin duda una de las pocas prisiones españolas con referencias a ese estilo" (Pág. 295).

El problema que a algunos parece plantear la conservación de la Portada de Aranguren es a todas luces y en mi modesta opinión un 'falso problema'.

Primero, porque el 'supuesto estorbo' es consecuencia no prevista de unas demoliciones (la farmacia y el muro) que el propio Colegio de Arquitectos de Murcia desautorizó en su día porque no respondían a ningún proyecto concreto, ya que el ayuntamiento de Cartagena, como es sabido, hace tiempo que renunció a llevar a la práctica el concurso de ideas ganado por el arquitecto Andrés Cánovas, que sólo ha servido de pretexto para realizar las demoliciones que se le han antojado a los responsables municipales. El incumplimiento del concurso de ideas por parte del ayuntamiento de Cartagena no sólo es un posible fraude de ley sino que articula un atentado claro contra el patrimonio histórico, porque al ejecutar sólo las demoliciones se envilece el entorno y no se plantean soluciones protectoras para los elementos restantes, como es el caso de la Portada de Aranguren.

En segundo lugar, esta forma de actuación 'a salto de mata' -ahora derribo el muro y la farmacia; ahora me estorba la puerta de Aranguren...- pone de manifiesto la inexistencia de un planeamiento protector serio y coherente para el valiosísimo conjunto histórico que tiene el Arsenal de Cartagena. Arsenal que, como hemos dicho muchas veces, es único en su género en el Mediterráneo español, y el principal artífice del renacimiento y de la importancia de Cartagena en el siglo XVIII. Resulta del todo inexplicable que esta verdadera joya del patrimonio histórico español no sea defendida con uñas y dientes por todos los cartageneros y especialmente por aquellos que sueñan con las pasadas grandezas de la ciudad. Dejar que demuelan piedra a piedra el Arsenal es contribuir a esa degradación de la ciudad de la que no nos salvan algunas pocas restauraciones monumentales por muy millonarias que sean. Si se me apura recordaré que teatros romanos hay muchos y arsenales muy pocos.

Y en tercero y último lugar, apreciamos que el 'pretendido estorbo de la puerta de Aranguren' es un falso problema porque resulta inexplicable que su conservación no haya sido contemplada en el proyecto rehabilitador que está siendo ejecutado por la Politécnica y que fue aceptado en su día por Defensa, a pesar de que la Universidad de Murcia recomendaba su conservación en su informe a Cultura. Quien suscribe este artículo advirtió además en público y en privado a la Politécnica y a Defensa de la conveniencia de contemplar el entorno del CIM en el proyecto rehabilitador.

Pretender construir y rehabilitar entre dos conjuntos históricos como son el Arsenal y la ciudad de Cartagena y aspirar a que no haya elementos discordantes es un absurdo que no puede resolverse con nuevas demoliciones; de la misma forma que quien pierde un dedo de una mano no se arranca los otros cuatro para que el conjunto sea más homogéneo. La arquitectura y el urbanismo modernos tienen recursos suficientes para resolver problemas relativamente sencillos como el de encajar la Portada de Aranguren en el entorno del nuevo CIM. Tan solo hace falta algo más de 'voluntad política protectora del patrimonio' y algo menos de 'urbanismo bulldozer'.

Ignoramos de quien depende que no sigamos perdiendo patrimonio en el entorno del CIM. Si del ministerio de Defensa, que es el titular de las instalaciones; del ministerio de Cultura que debe supervisar las actuaciones de Defensa; del ayuntamiento de Cartagena que debe urbanizar el entorno; de la consejería de Cultura que tiene las competencias de patrimonio histórico en la Región de Murcia; o de la Politécnica, que no considere como un estorbo la antigua portada de Aranguren. Pero muchos ciudadanos de Cartagena creemos que ya está bien de pagar peajes a costa del patrimonio histórico y que es necesario que de una vez por todas el Arsenal sea protegido como BIC y por un plan especial municipal que evite este continuo desangramiento que esta desolando Cartagena.