A mi amigo Piñón, que

denunció a Aznar por genocida ante los tribunales

Tanta es la mentira, tan burda y cruel, que se ha convertido en la alimentación de la ignominia. Bush y Aznar, conocidos estrategas de la guerra más inmoral celebrada con bombas asesinas contra tantos inocentes de la población civil, convertida en una masacre indecente, avalada por la calumnia y el genocidio más infame de los últimos años, han llegado a coincidir en algo terrible: la guerra contra Irak era contra el enemigo terrorista y hemos salvado a ese país, por fin democrático y próspero, a pesar de los 'costos' económicos. Para ellos, la vida ni vale nada.

El malévolo invento de la guerra preventiva, concertado en las Azores, entre el trío de la muerte (Bush, Aznar y Blair), sólo ha dado ocasión para que Irak sea un área ensangrentada y hundida en la miseria, destruida en su convivencia, masacrada en su cultura. Cuando ardían algunas de las bibliotecas más antiguas del mundo, cuando se empujó a un país a una de las guerras civiles más cruenta de la historia del mundo árabe, cuando se perdían las infraestructuras, la salud y la vida de un millón de personas, ellos generaban una nueva teoría: las armas de destrucción masiva no se han encontrado, pero hemos acabado con Sadam.

Para ellos, desde la oscuridad de sus mentiras, la vida no vale nada, sólo la muerte de Sadam. No valía Sadam ni una gota de agua, pero ya no hay agua potable en Irak. No valía Sadam ni una lágrima de las madres y las esposas de los iraquíes, pero su ceguera de guerra les impedía ver el llanto, las penas profundas del pueblo. No valía Sadam ni una gota de sangre de un niño de Irak, de esos niños que jugaban en la calle. Son grotescas, temibles y repugnantes, las voces de ellos en su particular celebración de la guerra preventiva, justificando su propia comunión con la muerte. Llamar, cinco años después de aquella ilegal guerra, como justa y necesaria es un atropello a la humanidad, tan obscenas sus celebraciones, que nos producen una angustia tremenda, una repugnancia inaguantable.

Estamos perdidos. Con locos así, como Bush y Aznar, que celebran cinco años de crímenes bestiales ante el más absoluto de los silencios de los Estados y de la ONU, estamos perdidos. Porque eso quiere decir que podemos presenciar en el futuro una nueva prevención de salud democrática desde el mandato de los votos, que se pueden exterminar nuevos pueblos, preventivamente, como si de un chequeo curativo se tratase. Pero es una verdadera matanza sin ley, sin moral, con el solo deseo de aniquilar, como castigo desde una posición proteccionista de salubridad internacional. Terrible celebración .

Tanta fue y tanta es la mentira, el infundio, la bellaquería, la injusticia, la crueldad de los poderosos, que nos produce vértigo. Pero eso sí, ya no son las bombas de destrucción masiva, sino el presunto peligro de una extensión del terrorismo. Con esta lógica de puro veneno, la vida no vale nada si la muerte es una aliada de la libertad.