Parte del desprestigio que sufren los políticos se debe a que están continuamente diciendo cosas, no porque tengan algo que decir, sino porque tienen que decir cosas para ocupar espacios en los medios de comunicación. Esta es, sin duda, la razón por la que dicen tantas tonterías. Pero, además, es de lógica que las tonterías sean más en cantidad y en calidad cuanto mayor ha de ser el esfuerzo por lograr la ocupación de espacios en los medios, de lo que casi se deduce que el grado de emisión de tonterías ha de ser más alto en representantes de partidos que no gobiernan pero que aspiran a hacerlo, de aquí que las declaraciones de la oposición más cercana al ejercicio del poder, sin distinción de partidos, suelan resultar patéticas.

Al jefe de la oposición a nivel nacional, que como casi todo el mundo sabe es Mariano Rajoy, le oí decir hace algunos días que él se preocupa de lo que interesa a los españoles, a la gente corriente, a sus amigos, en definitiva. Lo de preocupación por lo que interesa a los españoles ya se lo habíamos oído algunas veces antes, pero lo de la gente corriente a mí al menos me sonó a nuevo y no digo ya lo de sus amigos. Sin duda fue esa pequeña dosis de novedad lo que llamó mi atención hasta el punto de hacerme reflexionar. Porque Rajoy establece una equiparación entre los españoles, la gente corriente y sus amigos (¡!). ¿Quiere decir que todos los españoles son gente corriente? ¿Quiere, acaso, decir que todos los españoles, que son gente corriente, son sus amigos? Pero, si esto es así, ¿por qué Mariano Rajoy está en la oposición? Y, sobre todo, ¿cómo sigue Mariano Rajoy siendo amigo de todos sus amigos, los españoles, es decir, esa gente corriente, después del feo que le hicieron votando a otro? Incluso, ¿es ese otro español?, ¿es gente corriente?, ¿y amigo? Y si no, ¿qué es?

Está claro que esta tontería de Rajoy tiene su lado positivo, el de hacernos reflexionar sobre nuestra identidad y, aún más, sobre nuestra relación con Mariano Rajoy. Yo, sin ir más lejos, me vengo preguntando desde que lo oí sobre estas dos cuestiones y sobre más. Me pregunto si es posible que yo sea española sin ser amiga de Rajoy, pero me pregunto también cómo podría ser amiga de Rajoy si nunca me lo he encontrado. He de decir que he hallado alguna respuesta, no sé si clara, pero respuesta. He llegado a la conclusión de que si no soy amiga de Rajoy es porque no me da la gana. Nunca me lo había planteado, pero ya que él saca el tema yo entro al trapo. Y llego a la conclusión de que no me da la gana ser su amiga por la sencilla razón de que si yo me hubiera afiliado al Partido Popular podría al menos haber rozado la oportunidad de entablar amistad con mi líder. No lo he hecho ni soy amiga de Rajoy, luego lo siguiente que me pregunto es si soy española.

Para encontrar una respuesta inmediata a mis dudas sobre mi españolidad me fui a mi carné de identidad y sí, allí dice que mi nacionalidad es la española. Entonces me pregunto por esta sorprendente paradoja o incluso contradicción, porque si por un lado ser español y ser amigo de Rajoy es una misma cosa en palabras del líder popular, y ya he demostrado que yo no soy su amiga ¿cómo mi DNI afirma que sí lo soy? O alguien se equivoca o es que le dan el carné a cualquiera, cosa que, deduzco, no pasaría si gobernara Mariano Rajoy. Y, si gobernara Mariano Rajoy ¿yo qué sería?, aunque tal vez si gobernara haría gala de magnanimidad y me permitiría seguir siendo española pese a mi insolente falta de interés por conseguir su amistad. Claro que, si gobernara Rajoy, a mí, y a quienes no somos sus amigos, nos importaría un bledo seguir siendo españoles o incluso preferiríamos no serlo porque en su idea de España es evidente que no encajamos.

Si no soy amiga de Rajoy y ya ni siquiera sé si soy española o si lo seguiré siendo, parece claro que tampoco soy gente corriente. Esto no me lo ha descubierto Rajoy. Ya, antes de él me lo dejó claro Franco con su ley de Peligrosidad Social, por si, pese a ser de familia republicana, se me pasaba por la cabeza que era normal. Comprendo, después de tanto reflexionar, que las palabras de Rajoy expresan un deseo o una añoranza, que todos los españoles sean gente corriente y que, por tanto, puedan ser sus amigos. Las rarezas, como hablar catalán y otras, que se practiquen en la intimidad.