Todos los finales de septiembre la misma historia: mi hada madrina viene a visitarme colándose por el balcón y dejándome el parqué perdido, porque, torpe como es, tiene la manía de aterrizar con un pie dejando la otra pierna recogida emulando a Superman, con lo cual acaba cayéndose al suelo y dejándolo todo hecho un Cristo con los polvos mágicos de las alas. Una vez recompuesta, avanza hasta mí muy ufana, ignorando el estropicio causado, y me invita a que le pida los tres deseos del año.

Como mi hada va de artista y la ofendes si solicitas deseos vulgares, a saber, ser la mujer más rica del mundo, que se enamore de ti Eduardo Noriega o similares, este año me había preparado a conciencia y me había pensado un deseo bien bueno:

-Deseo ser el lienzo de un cuadro que vaya a ser pintado por Pricasso -le dije.

-Será Picasso, so inculta -me corrigió ella.

Es que mi hada madrina, como todos los que van de artistas sin serlo, es de un repelente subido.

-No -insistí- digo Picasso y digo bien, so taruga. Deseo ser el lienzo de un cuadro que vaya a ser pintado por Picasso, artista australiano famoso por pintar con la cuca.

-Hija, qué cosas tienes, pero bueno, como es cosa de arte allá va. Patatín patatán, que tu deseo se haga realidad.

Y me convirtió en un retrete de época.

No contenta con eso, antes de que pudiera pedir un segundo deseo, me mandó de un plumazo a Kiev, al museo de Kiev en concreto, a una exposición sobre la historia del sanitario.

Es que mi hada no puede parar de expresarse artísticamente y le gustan los museos con locura y lo de ver sus creaciones en un museo la eleva y aunque al aterrizar se pegue un piñazo a ella le compensa.

Debo reconocer que era uno de los retretes más monos de la exposición, toda de porcelana fina decorada con unos florones veraniegos muy alegres. Mi vecino, un retrete ultramoderno de metacrilato con una cisterna de tecnología punta que se activaba mediante mando a distancia, era muy majo, de esos que saben escuchar, porque a decir verdad no dijo palabra mientras servidora retratada de retrete se despachaba a gusto criticando a su hada.

Acordándome estaba de toda la descendencia de mi hada, cuando noté un calorcito espumoso y es que estaba siendo meada.

-Te exijo que me devuelvas a mi forma humana -le ordené a mi madrina mágica- que mira cómo me han puesto.

-Hija, cómo te pones -me dijo ella en plan artista incomprendida-; querías ver cucas y te he mandado una.

Hasta en el periódico ha salido el pobre señor, que hechizado por mi hada, desenfundó el chisme y se puso a hacer aguas. Los del museo han tenido que poner un cartel en el que se lee 'no usar' junto a cada sanitario y nos han puesto a los tres, meón, retrete y hada, de patitas en la calle.

Mi hada, la más indignada, defendiendo su arte y esgrimiendo que el meón es un performer y venga a mover las alas y poniéndolo todo perdido.

Menos mal que servidora, ya con forma humana, ha visto la luz y ha convencido a su hada de que sacar la basura y limpiar la casa es lo más en performer y arte alternativo, y la casa la tengo como los chorros del oro y mi hada tan contenta, que por fin es artista reconocida, que se reconoce en el baño de lo limpio que me lo deja.

PD. Un beso de tornillo con doble tirabuzón para José Álvarez.