Sabido es que una persona o grupo de ellas asociadas con fines políticos, sociales, lúdicos, deportivos, etcétera..., puede tener, no importa sobre qué tema o suceso, bastante razón, parte de razón, mucha razón, pero nunca-nunca toda la razón. Se trata de algo sobre lo que estará de acuerdo todo ciudadano (o ciudadana) del mundo occidental -entre los integristas islámicos posiblemente es otra cosa- a quien no se le haya aflojado algún tornillo del entendimiento.

No obstante, la crispación política a que estamos asistiendo, corregida y aumentada por las declaraciones, entre otras -sin duda bajo consigna- del responsable de comunicación del PP señor (o lo que sea) Elorriaga, llamando al boicot de los medios de comunicación y empresas editoriales bajo control de Jesús Polanco (Prisa), hace pensar que quizás el 'invicto Caudillo' -añada aquí el lector cuantas comillas se le ocurran- tenía parte de razón cuando, para justificar su levantamiento en armas contra el gobierno legítimo de la nación con todas las secuelas de crímenes, torturas y desafueros que le siguieron, repetía una vez y otra que los españoles no estábamos preparados para la democracia, la cual, por añadidura, consideraba nefasta para cualquier país. Sus modelos ideales eran los regímenes implantados por Hitler y Mussolini en sus respectivos países.

Y piensen ustedes que cuando alguien que soportó en carne viva todos los desafueros de aquella dictadura durante cerca de cuarenta años se atreve a escribir -y dar a la publicidad- las líneas que preceden, tiene que ser debido a que está hasta los mismísimos de nuestros políticos actuales. Por ejemplo, de un jefe de la oposición de rostro duro y desafeitado que cada vez que abre la boca para intentar decir algo, se diría que, en vez de hablar, escupe las palabras; o un presiente de comunidad autónoma (Navarra) foral que ni siquiera se ha tomado la molestia de echarle una ojeada a nuestro texto constitucional vigente. Pero ¡ay!, también un jefe de Gobierno que la víspera del bárbaro atentado de Barajas, en el colmo de la ingenuidad, da rienda suelta a un optimismo de los más descabellados.

Y claro que, como en todo, hay excepciones. Podrían serlo, por ejemplo, María Teresa Fernández de la Vega, Adolfo Fernández, Rubalcaba, Simancas y algunos, no demasiados más, y lo será sin duda la encantadora e inteligentísima Esther Herguedas cuando sea alcaldesa de Murcia, que ya falta menos. Con todo, abrigo la esperanza de que a los de Rajoy, el manifestero rojo y gualda, en lo del boicot a Polanco les salga el tiro por la culata. Y perdón por la frase hecha.

Quiero terminar refiriéndoles un suceso que puede venir aquí como anillo al dedo. Por no decir como p... al culo para no parecer grosero.

En cierta ocasión, en el seno del Comité Central del Partido Comunista de la Región de Murcia, debido a una información que se consideró ofensiva -ya no recuerdo cuál-, aparecida en el ya desaparecido diario 'Línea' que ni siquiera merecía levantar del suelo, acordamos cancelar nuestra suscripción a dicho medio. Lo cual dio por resultado que los militantes que, para ahorrarse una miserable peseta diaria, venían a leer la prensa a la sede, a partir de aquel día, los que querían leer 'Línea' tuvieran que comprársela.

Total, que mientras don José Juan Cano Vera perdía, por una parte, la venta de un ejemplar diario, por otra, ganaba por lo menos una docena.