El otro día Ángel Martín en Sé lo que hicisteis la última semana resumía en una frase muy corta lo que todos queremos decir alguna vez y nunca nos hemos atrevido. Era a propósito de un argumento de Jesús Mariñas; resumido, quedaba "no seré yo, libreme Dios de decir que bla, bla, bla pero no tienes ni zorra idea" en el bla bla iba todo aquellos que soltamos para que la otra persona no se exalte nada, vamos, dorar la píldora pero, en resumidas cuentas, te acaba de decir 'cállate la boca que sobras'. Por cierto, les recomiendo echen un vistazo en La Sexta al tal Martín; la risa está asegurada.

A lo que iba, mientras un tal Julianín publica un libro sobre su 'querida mamá' asegurando ser un homenaje sacando a la luz todos los desmadres que perpetró la susodicha. o contemplamos a Belén Esteban, sentada en un plató de televisión, comentando su reciente viaje a Roma con frases lapidarias como "aquello necesita aguaplast para pegar los trozos, está todo roto", y la intelectual de su directora, que ya no puede más, se tapa avergonzada la cara. Que digo yo una cosa: ¿Ahora se avergüenza de contratarla? Ahora, AR con la cabeza bien alta, apechuga y grita fuerte: Sí, fui yo la que dije ¡contratemos a Belén Esteban! y quedas como una tiaza, con un par, pero eso de taparte como Julián Muñoz cuando entra al furgón... No sé, no sé... Pues, como digo, mientras la gente ve por la tele a proyectos de cerebros en la vida real suceden cosas que luego salen también en esos programas como motivo de alarma.

Esta semana se han sucedido las noticias acerca de agresiones en colegios y entre menores. Está claro que nuestros niños han perdido el rumbo, ya no saben delimitar la frontera entre lo que está bien y lo que está mal, cuándo haces daño o cuándo eso es una broma y lo otro violencia. El exitazo de la película Jackass, acerca de un programa de la MTV en el que las bestialidades más absurdas eran las más premiadas, se reproduce con una segunda entrega. Torturar, vejar, agredir y humillar se está convirtiendo en un modus vivendi para muchos y lo más grave es que esto no hay manera de atajarlo.

Entre los invitados de televisión, parásitos que no pegan un palo al agua y llenan sus cuentas corrientes sin decir nada, y la violencia gratuita de videojuegos, series o cine los padres tiene que armarse de valor a la hora de tener una conversación y aclarar las mentes de esos muchachotes que merodean por casa. A veces te hace falta un suceso gordo para vislumbrar en la lejanía que debes cambiar el rumbo. Como el protagonista de Me llamo Earl (no se la pierdan, también en La Sexta) gracias al karma y la lotería. O como Al Gore, que tras perder su batalla hacia la Casa Blanca prefirió ayudar al planeta. Con un documental que se estrena mañana saca a la luz momentazos como aquél en el Senado de EE UU en que la Administración Bush falseaba informes científicos sobre la acción del hombre en el calentamiento global aderezado con imágenes de Bush diciendo 'sois unos locos', y esto del cambio climático 'es una invención'. Por lo menos algunos se dan cuenta a tiempo e intentan salvar lo poco que nos está quedando.

Por lo visto estamos ante una verdadera crisis planetaria. El fin de Una verdad incómoda es despertar las conciencias. Deberíamos hacer cundir el ejemplo, salirnos un poco de nuestras vidas y nuestros problemas por unos momentos y observar desde fuera qué estamos haciendo con nuestra sociedad. Una tremenda dejadez está dejando al descubierto lagunas que, sin un estudio detallado, nos puede llevar a pique. Sólo hay que contemplar que los cimientos, los que se suponen van a sacar a flote con sus trabajos nuestro país, están hechos unos delincuentes faltos de toda clase de valores.

Si la base, si la raíz crece podrida, me cuesta trabajo creer que esto sea sólo una mala racha generacional.