Cantidad frente a calidad. Es un triste sacrificio con el que hemos mutilado casi todos los ámbitos de nuestra existencia, no se sabe muy bien para qué. La religión, los que la sostienen más bien (o se sostienen con ella), no es ni son ajenos a la amputación. ¿Por qué si no iban a extorsionar el alma de los que escriben las leyes para imponerse en las escuelas? La lucha entre la libertad religiosa y el Vaticano es una guerra a la que ninguna ley lograría poner paz, pues la actitud es una disposición del ánimo, y éste una carga que el hombre acapara por entero (a la celulosa sólo se adhieren las intenciones, que son algo así como el embrión de las acciones de carne y hueso, de voz en grito). Pero precisamente la actitud es lo que a muchos se les ha perdido camino a no se sabe dónde. La coherencia, esa otra desconocida.

Simplista por obvio, el nuestro es un Estado declarado laico por una Constitución que pudiera mejorarse, sin que por ello haya que despreciarle grandes aciertos (de celulosa, eso sí). Parece mentira que haya que recordarlo, y más que resulte un argumento inútil, pero mientras la Iglesia Católica no lo asuma, difícil en estos tiempos, seguiremos viendo en las páginas de los diarios a siervas del Señor con pancartas políticas, una abominación que durante siglos ha aplastado la voluntad del hombre, aniquilando su capacidad para ejercer libremente su condición de ser digno y humano (de la dignidad de esas siervas hablaremos otro día). La católica sigue siendo la fe de primera en España, a pesar de todos los privilegios que se les van encogiendo. El chollo de aleccionar alumnos de voluble voluntad se les va acabando. Y mientras patalean yo me sigo preguntando: ¿por qué no trabajan en su propia casa?

Me decía una amiga, pionera en la implantación de la asignatura de Ética (hace 20 años la asignatura de los renegados de Dios, impartida como buenamente se podía, con contenidos tan dispersos y dispares como los de la hora de Religión), por ser la primera en su escuela lorquina, digo, en exigir un derecho que durante años ha sido amordazado: la libertad de pensamiento. Ya he perdido el hilo. Bueno, pues mi amiga es hoy una convencida de que la Iglesia Católica mantiene una actitud coherente en cuanto que defiende a capa y espada (y crucifijo) sus posiciones y parábolas (yo diría que lo que hacen es no caer del burro). Por eso no creo que sea coherencia, parece más bien una negación infinita y un lastre cada vez más pesado que se está cargando el verdadero `espíritu cristiano´. ¿Era eso que nos impusieron con meses de vida y que muchos hemos ido abandonando conforme nos iba saliendo más pelo? No lo creo.