Maialen Chourraut encontró la 'bajada perfecta' que llevaba buscando desde los 15 años para coronarse, a los 33, campeona en los Juegos Olímpicos de Río en la modalidad de K1 de piragüismo slalom.

Fue un triunfo hasta autoritario. Una exhibición que internamente ella y su entrenador y marido, Xabi Etxaniz, sabían que tenía dentro desde antes incluso de colgarse el bronce de Londres 2012.

Tanto Etxaniz como ella misma aseguran que no hay una bajada perfecta. Igual no lo fue en el canal brasileño, pero sí los efectos que tuvo. Fue la mejor sin discusión alguna y con ello rubricó, con Xabi junto al canal haciendo indicaciones; Anne, su hija; Raquel, la cuidadora de la pequeña, y sus padres, Txelo e Iñaki, en la grada.

Cuatro años y ocho días después de hacer historia con su bronce en el Centro de Aguas Bravas Lee Valley (eslalon), Maialen Chourraut agrandó su leyenda y cumplió el sueño que se marcó desde que salió del Whitewater Stadium.

Quería ser madre y demostrar que podía seguir siendo una campeona, que podía cambiar el bronce por el oro, y lo consiguió.

Superado el susto de la serie clasificatoria, cuando en la primera bajada se saltó una puerta y puso en peligro su continuidad, remediado luego en el segundo descenso, Chourraut, cumplió el guión marcado desde hace mucho tiempo con precisión de relojera.

Quería asegurar el pase a la final, pero no marcar el mejor tiempo. Habitualmente en grandes competiciones era la más rápida en las series y en la semifinal, y luego acababa cediendo ante alguna de sus rivales.

Partió en la semifinal la quinta. Amarró el pase sin arriesgar en exceso ni complicarse la vida, aunque lo suficiente como para marcar el tercer crono con 101.83, tan solo superado por la austríaca Corinna Kuhnle y la británica Fiona Pennie.

El presidente del COI, Thomas Bach, no quiso perderse la final. Llegó unos minutos antes y la presenció junto al español José Perurena, presidente de la Federación Internacional de Piragüismo. Y asistió a la exhibición absoluta de la palista vasca, que entre un descenso y el otro, más que contenta, salió a la zona de público para estar con Anne e incluso ofrecerla un pequeño bocadillo para que comiera.

Cuatro años y ocho días después del bronce, dio el salto al lugar dorado del podio con una bajada portentosa de poderío y precisión. Marcó un crono de 98.65. Imposible para sus rivales.

Aventajó en más de tres segundos a la sorprendente plata, la neozelandesa Luuka Jones (101.82), y a la australiana Jessica Fox (102.49), subcampeona en Londres y gran favorita aquí ante la ausencia de la defensora del título, la francesa Emilie Fer,

Tuvo que esperar a que concluyeran las dos más rápidas de la semifinal, pero ninguna de las dos tuvo opción alguna ni siquiera a soñar con entrar en el podio.

Maialen Chourraut sabía que había encontrado esa 'bajada perfecta'. Esperó junto al resto de competidoras hasta que ya vio que el oro no se lo arrebataba nadie, se fundió en un abrazo con algunas de sus rivales y amigas y luego con Etxaniz y Anne, a la que acercaron junto a la orilla del canal.