El deporte de alto nivel encuentra su máxima representación en los Juegos Olímpicos cada cuatro años. Es el acontecimiento que cualquier deportista sueña con alcanzar, tras muchas horas de sacrificio y esfuerzo que no se equiparan a ninguna jornada laboral. La preparación física y mental del deporte de alto nivel no entiende de días festivos, moscosos o de vacaciones, pues las cargas de entrenamiento son concienzudamente planificadas en función de los calendarios deportivos, marcando en rojo el día D y la hora H para exprimirte al máximo, tanto como si te fuera la vida en ello.

El deportista, cuando se enfrenta a la competición olímpica, es consciente de la transcendencia del momento, a diferencia de otros campeonatos oficiales que se celebran con mayor periodicidad y que no superan el éxito de los Juegos, pues que se celebren con el intervalo de cuatro años hace el reto más complicado y motivador.

Un aspecto muy importante es la planificación, ya que en la mayoría de los deportes se estudia los días de máxima intensidad y forma física en función de los Juegos Olímpicos y se seleccionan las competiciones en base a aquellas que ofrezca las mejores opciones para lograr el tiempo o la marca mínima exigida, puntos o puestos establecidos en cada disciplina deportiva. El proceso, para lograr la clasificación olímpica, es muy exigente y deja en el camino a muchísimos atletas que se la merecen e incluso serían medallistas, pero las normas obligan a un duro camino que selecciona a los mejores, física y mentalmente para disputar la gloria olímpica.

Personalmente confiaba en el equipo multidisciplinar que coordinaba mi entrenador José Antonio Carrillo. La fe del deportista en su equipo es primordial, pues hay que cuidar las rutinas diarias que se centran en los entrenamientos, tanto los que se ven como los que no se ven, es decir el invisible. Las horas de descanso, la correcta alimentación, las sesiones de recuperación gracias a la fisioterapia, la hidroterapia? son acciones que automatiza el deportista, además de las intensas horas en las instalaciones deportivas y que forman parte de ese entrenamiento a tiempo completo, hasta llegar las 24 horas al día para lograr el objetivo programado.