Esta noche tendrá lugar la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y, en las horas previas, lleva camino de convertirse en el acontecimiento televisivo más visto de los últimos años. Si hace cuatro años, la ceremonia de inauguración de los Juegos de Londres, congregó una audiencia televisiva de más de 900 millones de espectadores, es más que previsible que la cifra aumente, gracias al mercado americano, y especialmente al estadounidense, que históricamente son los mayores consumidores mundiales de Juegos Olímpicos de la Era Moderna. Es el momento más esperado para los deportistas, que pasan a ser los actores del acontecimiento televisivo del año, a pesar de que tengan que esperar más de tres horas para entrar al Estadio Olímpico de Maracaná, otra hora y media de actos ceremoniales protocolarios del Movimiento Olímpico, y acabar la inolvidable jornada de regreso a la Villa Olímpica, con recuerdos plasmados en las cámaras de vídeo y smartphones para compartirlos por las redes sociales, familia y amigos.

En general, las ceremonias olímpicas, especialmente la de inauguración y clausura de los Juegos, son la dimensión más tangible, mediática y universal del Movimiento Olímpico. Para el padre de los Juegos Olímpicos modernos, el francés Pierre de Coubertin, las ceremonias eran elementos muy importantes para lograr la proyección mundial de los objetivos pedagógicos que perseguía a través del deporte. De hecho, el enriquecimiento cultural del ceremonial olímpico, se ha convertido en una referencia para el resto de eventos deportivos de proyección internacional.

La mayoría de actos y símbolos que rodean al Olimpismo fueron instaurados por el propio Coubertin en su ánimo de distinguir el ambiente olímpico de cualquier otro acontecimiento deportivo. La ceremonia de inauguración es un acto que contiene un gran contenido simbólico, ejemplo palpable del alcance mundial gracias al interés televisivo en las más de doscientas naciones que participarán en los Juegos de Río. Esta noche se escenificarán la mayoría los momentos más significativos de la simbología olímpica: el desfile de los participantes, la interpretación del himno olímpico, la entrada e izada de la bandera olímpica, el último relevo de la antorcha olímpica y el encendido del pebetero, la simbólica liberación de palomas como símbolo de paz o el juramento olímpico de atletas y jueces, todos ellos nos recuerdan que el mensaje olímpico va más allá de las hazañas de los campeones o de la superación cuantitativa de marcas y registros deportivos.