La Segunda Guerra Mundial, el acontecimiento bélico más brutal de la historia, interrumpió bruscamente el sueño olímpico. Durante los años comprendidos entre 1939 y 1945 los estragos de la guerra no dejaron lugar para el deporte olímpico. Los Juegos Olímpicos regresaron en 1948 en Londres, una ciudad siempre apasionada por el deporte y marcada entonces por los desastres provocados por la contienda.

Muchos londinenses protestaron por la designación y no se construyó ninguna Villa Olímpica. Los atletas durmieron en barracones militares. Sin embargo, la dedicación del comité organizador y la voluntad de los deportistas consiguieron superar todos los problemas en unos Juegos que son recordados por la hazaña del checoslovaco Emil Zatopek, que logró el oro en 5.000 y 10.000 metros.

En un principio, la ciudad elegida para ser la sede del evento deportivo más grande del mundo en 1940 fue Tokio, en Japón. Sin embargo, al explotar la segunda guerra chino-japonesa, hubo que delegar la organización de los Juegos a otro país.

El segundo elegido resulto ser Londres, capital británica, pero una vez más, el inicio de la Segunda Guerra Mundial interrumpió de golpe los preparativos. Estaba previsto que dichos Juegos se celebrasen en 1944, pero la contienda bélica impedía cualquier evento deportivo.

Pasaron 12 duros años hasta que se pudieron organizar de nuevo las Olimpiadas. Fue Londres la ciudad a la que regresaron los Juegos en 1948 tras la decisión del Comité Olímpico Internacional en 1946. Una cita olímpica marcada por la austeridad que dictaba la dura postguerra y las ausencias de Alemania y Japón por las sanciones impuestas por el COI. Asimismo, la URSS tampoco tomó parte.

Cuatro años después, en 1952, fue Helsinki la que dio continuidad de manera satisfactoria los Juegos Olímpicos, esta vez con los deportistas soviéticos. En el caso de Japón, tuvo que esperar hasta 1964 para recibir a los atletas en su capital.