Había una vez un circo que alegraba siempre el corazón, cantaba Miliki. Cristo y Rey, la serie que se estrena este domingo en AtresPlayer Premium (y más adelante en Antena 3), es todo lo contrario. Es la historia inspirada en la vida de Ángel Cristo y Bárbara Rey. Pasen y vean, porque en lo de que el circo daba siempre su función sí que acierta la letra del payaso y acordeonista. 

"Piensas que como puedes domar a cuatro fieras puedes domar el destino. Hasta que un día reparas en que solo tuviste suerte". No hay mejor frase en el guión para definir lo que encarna Jaime Lorente. El resto del libreto no rebaja el nivel. El origen de la producción no podía estar en unas manos más legendarias de la historia del audiovisual en televisión: Daniel Écija, explorador y descubridor de estrellas, como el reparto de Médico de Familia, Periodistas, Un paso adelante, Los Serrano, Los hombres de Paco o El internado

El tándem formado por Belén Cuesta y Jaime Lorente frente a la cámara mantiene la consonancia en todo momento, con una afinación irreprochable. El gesto de Cuesta es tan traslúcido como para apreciar las batallas silenciadas en los setenta y los ochenta. Su semblante, sus muecas y sus movimientos son un calco de los de la vedette. Vuelve a superarse.

Poco tiene que ver el físico de Jaime Lorente con el del mejor domador del mundo, pero al murciano le ha tocado recrear escenas extremadamente violentas. Muy duras de rodar, confesó, pero son las mismas que le han permitido resplandecer y marcarse el mejor trabajo de su carrera (hasta el momento). Lorente estalla interpretativamente y hace de la violencia su riqueza. No se lo ponen fácil, colocando el foco sobre él en escenas hechas para una exhibición visual de la que hacer gala, frente a las fieras o rodeado de fuego. 

Los protagonistas actúan con los mismos tapujos que se aprecian en el guión: ninguno. No hay mordazas ni para abordar la supuesta relación de Bárbara Rey con el rey emérito. Llega con honestidad y con un evidente trabajo de fondo de documentación. 

Cristo y Rey hace justicia a la que para las nuevas generaciones es un personaje del corazón. Una prensa que ha desdibujado lo que Bárbara Rey significó en la España de la Transición. Ahora se puede redescubrir a la reina del destape. 

Quizás nada de esto suene novedoso, pero en esa España en pleno cambio aún se seguía tapando todo lo que se refiere a la violencia machista, las adicciones o la vida de un monarca. Y todo quedó incluso más oculto por el show del circo. Eso es precisamente lo que se desnuda: el recorrido desde lo alto, con los focos, hasta el pozo de las drogas y la violencia.

A priori suena muy morboso, pero la serie cobra otro tono que le resta escabrosidad. Cristo y Rey ya avisa en su arranque: "Esta historia está inspirada en hechos reales, tal y como nos lo han contado algunos de sus protagonistas y los medios de la época. También hay hechos y personajes ficcionados con fines dramáticos". 

Hay un gran pero: existe tanto potencial que los colores y el talento pueden acabar comiéndose la historia, dejándola en un segundo plano o restándole fuerza. La garra narrativa ahí está. Si se hace honor a Miliki, pasen a ver el circo. Es magistral, es sensacional.