De modo más brutal o de forma sutil, todas las mujeres han sufrido algún tipo de abuso. Así lo cree la actriz Adriana Ugarte, quien pone cara y voz al dolor más crudo en 'Parot', la nueva serie que Amazon Prime Video estrena el próximo viernes, en la que interpreta a una brillante policía incapaz de superar su trauma.

Metiéndose en la piel de Isabel Mora, cuya vida se ve sacudida por una violación y años después zarandeada de nuevo por las consecuencias legales de la supresión de la doctrina Parot, Ugarte busca dar voz a los miles de mujeres que sufren la violencia y son muchas veces señaladas por la sociedad como culpables o responsables.

En una entrevista con Efe, la actriz (Madrid, 1985) charla sobre un complejo papel que llega después de que el "movimiento #metoo" haya abierto los espacios de diálogo y denuncia para que los abusadores, "tanto hombres como mujeres" -señala- dejen de actuar impunemente.

-¿Cómo fue el proceso para meterse en la piel de una mujer que ha sufrido tanto?

-Ha sido un proceso muy interesante (...) La mayor parte de las capas sobre las que el personaje se construye son capas que están enfermas y que están podridas porque están basadas en un trauma no tratado y guardado. Entonces se produce una disociación del personaje en relación con su trauma y vive una realidad desconectada del dolor, lo que hace que al final tenga una imagen exterior mucho más frívola con relación al dolor, como si minimizara los daños, porque tomar contacto con su propio dolor es algo que a día de hoy no es gestionable para ella. Fue un trabajo delicado.

-¿Habló con víctimas de violencia sexual para preparar el personaje?

-Preferí prepararlo a través de documentación por mi cuenta. No me apetecía entrevistar o tener una conversación con ninguna persona que hubiera sufrido esto. Preferí hacerlo de otra manera, desde documentación gráfica y audiovisual pero no con una persona.

-¿Tuvo algún reparo en aceptar un papel así, en tiempos en los que la violencia sexual es un tema tan controvertido?

-Al revés. Hacía que me apeteciera más todavía porque era una manera de hablar de este dolor y de este trauma, que es muy verosímil. (Esconder el dolor) es muy común por la vergüenza que experimentan las víctimas de agresión sexual porque normalmente tu entorno, hasta el entorno más allegado, suele negar lo que está pasando y te suele responsabilizar. Y desde el punto de vista de la sociedad no eres una persona más arropada y más comprendida, sino señalada, como si hubiera ya una marca en tu biografía.

-¿Cómo se siente al ser protagonista de una historia que le sucede a tantas mujeres?

-Me siento muy honrada de poder contar una realidad tan dura a través de un personaje porque al final creo que nuestro trabajo es un arma poderosísima para poder dar voz a muchas almas anónimas. Creo que es una oportunidad tremenda. Y creo que en mayor o menor medida todas hemos sufrido situaciones incómodas y situaciones de algún tipo de abuso. Nosotras mismas lo hemos negado, como si no pasara, precisamente por no enfrentarnos a esta realidad de tener que dar explicaciones, de compartirlo, de darle una vuelta más (...). Si algo tienen estos tiempos de reflexión y de apertura hacia un tema tan sensible y tan necesario como este es darte la oportunidad de revisar un poco situaciones de tu propia vida que te han hecho daño, te han marcado, y no has querido prestar atención.

-¿Cree que tras el movimiento #metoo están cambiando las cosas?

-A mí me gustaría también señalar que es una cuestión importante para las dos partes, tanto para hombres como para mujeres porque sí he vivido también situaciones de acoso de mujeres a hombres y comentarios que alucinas de gente con mucha capacidad de decisión y mucho poder. (...) Es un tema interesante desde el punto de vista del abuso. Y creo que el abuso se produce desde los dos frentes. No creo que sea estrictamente del hombre hacia la mujer. Pero sí creo que abriendo este espacio para el diálogo, las personas que tenían más tendencia a hacer uso de su poder para generar una situación de placer se lo van a pensar dos veces. Porque por lo menos hay un lugar en el que las personas víctimas acosadas pueden hablar sin tener vergüenza ni miedo.