Hay cancelaciones que duelen, pero la de Los reyes de la noche lo ha hecho especialmente. La comedia de Movistar sobre la guerra en la radio deportiva española de los 90 había sido aupada como una de las mejores series españolas del año. Su reparto daba por segura su continuidad en una segunda y hasta en una tercera temporada. Y de la noche a la mañana, el proyecto ha sido fulminado. Por sorpresa y sin anuncios oficiales. Algo parecido ya nos pasó con el estreno de Arde Madrid. Nos quedaremos con las ganas de ver nuevas batallas en la guerra de la radio. Los motivos oficiales de la cancelación no se conocen todavía, pero a nadie se le escapa el dato de que la serie no había hecho mucha gracia a los dos periodistas radiofónicos que la inspiraron. Ni a José María García le gustaba El Cóndor, ni a José Ramón de la Morena le hacía tilín el personaje de "Jota" Montes. No sabemos cuánto ha podido pesar las opiniones de ambos en la decisión final, pero la serie desde el principio ha querido dejar claro que sus personajes no eran reales y no había que buscar equivalencias de ellos en la vida real. Pero en cuanto El Cóndor se ponía a insultar en las ondas es inevitable pensar en a quién está imitando el actor Javier Gutiérrez. El retrato que hace del locutor deportivo es uno de los motivos por los que hay que ver esta serie sí o sí.

Cuando me senté a ver por primera vez Los Reyes de la Noche, pensé que se trataba de una de esas miniseries cerradas de gran calidad con las que nos ha venido obsequiando la plataforma. Pero su final nos dejaba todas las puertas abiertas a que la historia continuara en nuevas entregas. Al contrario de lo que el personaje de Rick Blaine (Humphrey Bogart) le dice al capitán Louis Renault (Claude Rains) al final de Casablanca, estamos al inicio de una hermosa enemistad. La rivalidad entre García y De la Morena era digna de engrosar una nueva temporada de Feud, aquella serie de Ryan Murphy en la que se nos iba a contar cada temporada historias de eternos rivales. Cosas de la vida, al final también aquella se quedó en otra serie de una sola temporada, porque la segunda entrega centrada en el divorcio de Carlos de Inglaterra y Lady Di se empantanó. Dicen que la producción de The Crown no tuvo nada que ver con su entierro.

En esta única temporada de la serie española, hemos asistido al comienzo de la guerra en las ondas entre los personajes imaginarios de El Cóndor y Jota (Miki Esparbé). Cómo eran compañeros al inicio y cómo el periodista consagrado puso la cruz de traidor a quien intentó hacerse una carrera profesional fuera de su sombra. Él, que con el poder que le daban los micrófonos podía hacer que nombraran o destituyeran a seleccionadores nacionales, no iba a permitir que se le desmandara ese niñato. Algunos de esos trucos sucios que vemos en la serie para robarse los unos a los otros a los entrevistados, los vemos todavía en antena. Sobre todo en esos programas matutinos de la televisión nacional. Volviendo a la serie, llama la atención cómo en un momento llegan a olvidarse del partido que ambos retransmiten en sus respectivas emisoras para centrarse en intercambiarse insultos. Y que no se le ocurra a ningún futbolista marcar un gol que eclipse sus encendidos discursos.

La tercera en discordia en esta guerra de egos es la presentadora de un consultorio radiofónico nocturno, Marga Laforet (Itaxo Arana), que bien podría ser la contrapartida de Gemma Nierga en esta realidad imaginaria y que simboliza otra estrella emergente de la radio. Una mujer tratándose de abrir camino en una profesión dominada hasta entonces por los hombres y que aspira a ocupar la franja horaria tradicionalmente reservada al deporte rey en este país, el fútbol. El único personaje que en la serie aparece con su nombre real es el de Jesús Gil, otra figura tan importante en el mundo deportivo de la época como lo fueron en su día García y De la Morena. Un Gil interpretado por Manuel Gancedo y sospechosamente parecido a un Toni Soprano a lo castizo.

A ritmo de los sintetizadores de OMD, en la secuencia del final de la temporada se nos cuenta que ha comenzado el despegue profesional de una emergente estrella de la radio deportiva y ha comenzado el declive de otra. El Cóndor puede haber barrido en audiencia a su rival, pero se nota que ha llegado el comienzo de su cuesta abajo. Montes ha sabido aguantar y prepararse unos cimientos sólidos para empezar a destronarle. Para algunos puede que con esto haya bastado para contar la historia que se quería. También es posible que, como detrás de ese argumento, está la cruenta guerra en la industria periodística española de los años 90, por muy imaginarios que sean los personajes y hasta las emisoras que aparecen, en algún momento se llegara al del enfrentamiento de las grandes plataformas digitales. Aunque por aquel entonces García ya no estaba en activo, se retiró un año antes, una guerra que acabó con el nacimiento de Movistar Plus tras la fusión de las plataformas, la productora de la serie. Quizá la ficción que no lo era tanto se habría metido por unos terrenos demasiado pantanosos. Inevitablemente todos se pondrían a buscar referentes reales en lo que se nos contara. Tendremos que creernos que la cosa no aguantaba para una segunda entrega,