Echaremos de menos las columnas de Jorge Martínez Reverte. Tan precisas y contundentes. Gramaticalmente irreprochables. En las que nunca sobraba ni una coma. Ni faltaba un giro, una ironía, o cargas de profundidad de esas que te dejaban seco, a la manera de El Roto.  

De Martínez Reverte siempre me llamó la atención su marcada ideología. Era rojo como la sangre. Pero argumentaba su posicionamiento con una inteligencia portentosa. En 1989 Julio de Benito le conminó a ser director de informativos no diarios de TVE, lo que incluía dirigir 'Informe semanal'. Durante una etapa, el propio Jorge se puso al frente del espacio presentándolo, dado que aquellos momentos, antes de que llegasen las privadas, para un periodista estar al frente del Informe era la responsabilidad más grande que le podían ofrecer. Ahora que tanto se habla de separar información de opinión, leyéndole en la última década, tan descarnado, siempre pensé en cómo alguien tan ideologizado nos contó y articuló la crónica semanal cuando sólo había un canal. Sin que pasara nada. Leí con mucho cariño su autobiografía 'Inútilmente guapo: mi batalla contra el ictus', tras la enfermedad que tuvo que afrontar desde 2015. A partir de entonces sus modélicas columnas todavía cobraron más valor, por el esfuerzo añadido.  

Aunque nunca olvidé su privilegio: el que tienen los que nacen en sagas familiares con un pan debajo del brazo. Verán. Cuando de muy joven veía 'Informe semanal' y leía que el reportaje estaba firmado por una tal Isabel Martínez Reverte, me decía "tiene que ser la hermana de Jorge", y lo era; y cuando veía 'En portada', dirigido por el escritor Javier M. Reverte, pensaba "tiene que ser hermano de Jorge", y vaya si lo era. Su padre ya dirigía un periódico… Igualdad de oportunidades, se llama.