'Euphoria' ha vuelto. Un poco más tarde de lo esperado y con menos personajes de los previstos, pero la serie de HBO ha venido para recordarnos que sigue aquí y que hay que ir preparándose para su final. La segunda temporada tenía que haberse estrenado durante el verano del infausto 2020, pero la paralización de los rodajes a causa de la pandemia no lo hizo posible. Los nuevos capítulos, en los que terminará la serie, no llegarán por lo menos hasta finales de 2021. Para sobrellevar la espera, su director y guionista, Sam Levinson nos ha traído dos episodios especiales para que vayamos abriendo boca y que no nos olvidemos de sus personajes.

Cada uno de estos dos episodios nos cuentan los mismos hechos pero narrados del el punto de visto de sus protagonistas. Rue (Zendaya) por un lado y Jules (Hunter Schaffer) por el otro. ¿Por qué Jules abandonó a Rue en la estación? Los títulos ya nos indican lo que vamos a ver: Las rayadas no son para siempre; y Los perfectos a m*marla. Que nadie se lleve a engaños. En ninguno de ellos veremos avances significativos en la trama. Son un alto en el camino para profundizar en la psique de ambos personajes y asomarnos a su angustia interior. Un canto al intimismo de una juventud atormentada y que, a pesar de su corta edad, acumulan ya una experiencia vital muy superior a la de muchos adultos. Quizá para hacer suya esa máxima de vivir intensamente para morir joven y dejar un bello cadáver. Es un alto en el camino que nos asoman al abismo de sus dos protagonistas y que nos preparan para ese final que está por llegar y que, mucho nos tememos, no va a ser de color de rosa.

Las restricciones sanitarias han marcado las condiciones del rodaje y lo que ocurre en las escenas. Se acabaron las fiestas y las multitudes. Y las escenas con treinta penes. La mayoría de los personajes secundarios han desaparecido. Es el momento de la resaca, De hecho, en ambos especiales hay un máximo de dos personaje por escena. El virus no está en la trama, ni se le espera, pero su presencia se siente.

El primero de los episodios transcurre en su mayor parte en la mesa de un bar de carretera. Rue ha vuelto a caer en las drogas y mantiene una intensa conversación comiendo tortitas con su mentor de rehabilitación, interpretado por Colman Domingo. El actor era uno de los pocos alicientes que todavía le quedaban a Fear the Walking Dead. Y aquí está también a la altura.

Frente a esa jovencita que se retuerce en su dolor interior, a la que la amargura del abandono ha causado su recaída y todavía no sabe si ha tocado o no fondo en su adicción. Ella ignora que donde se encuentra él ya ha estado unas cuantas veces. La intensidad emocional del episodios, que se apoya en la calidad de los diálogos y el buen hacer de los dos intérpretes, hace que parezca engañosa esa etiqueta que le colocaron al episodio de Especial Navideño. Tampoco es del todo incierto, porque lo único que tiene de navideño es que se estrenó en plenas navidades. Pero tenemos claro que en ninguna de sus escenas sus protagonistas se pondrán a cantar villancicos. Es toda una disertación sobre lo que es ser adicto y cómo los adictos pueden autoengañarse para tener una falsa sensación de control.

Resulta curioso cómo dos de los grandes acontecimientos de este siglo XXI han marcado la existencia del personaje de Rue. El hecho de haber nacido en el momento en que las dos Torres Gemelas se venían abajo la marcó para siempre y de alguna manera toda la ansiedad del mundo la invadió y determinó su adicción. Ahora, en las horas más bajas de Rue, la pandemia está marcando la vida de todo el mundo.

El segundo de los episodios repite fórmula y buena parte de la trama transcurre con Jules en el diván de su terapeuta, encarnada por Lauren Weedman. La serie elevó a Hunter Schaffer a la categoría de icono trans y ahora tiene un capítulo para poner en valor sus dotes interpretativas. En él, amplía y enriquece a su personaje mediante un ejercicio de deconstrucción interior. Jules se cuestiona todo, especialmente las relaciones por las que ha pasado. Incluso si debería dejar su terapia hormonal porque ha construido su idea de feminidad en torno a un ideal puramente masculino. Realidad y sueños se mezclan en este episodio, que tiene más variedad de escenarios que el de Rue y esconde alguna que otra sorpresa argumental. Incluso en la banda sonora en la que aparece Rosalía con Billie Eilish, que consigue hacernos llegar al desgarrado interior de su protagonista.

Los dos nuevos episodios servidos a modo de aperitivo no nos deben dar la falsa sensación de que estamos ante un producto ligero o menor. Hay tanta intensidad emocional o incluso más que en la Euphoria que ya conocíamos. Y puede que siga siendo un plato de difícil digestión no apto para todos los paladares.