Ana Rosa Quintana y Almudena Grandes, fallecida en 2021, enfrentadas. Y no porque así lo decidieran ellas, sino porque siempre hay quien se empeña en sembrar la discordia. Fue tan feo el silencio de Ayuso tras la muerte de la escritora y la intención de Almeida de no nombrarla Hija Predilecta de Madrid -finalmente lo fue con el voto en contra de Vox- como la promesa de Podemos de quitar la Medalla del Ayuntamiento a la presentadora para dársela a la autora de Los pacientes del doctor García (si gobierna la ciudad).

Será esa bendita manía de ‘la apropiación’, similar a la de las etiquetas en política: los ciudadanos de derechas son monárquicos y los de izquierdas republicanos, porque una ley no escrita así lo dicta. Es tan falso como que la bandera de España pertenece a la derecha y la Cultura a la izquierda.

Se sabe que Almudena Grandes era de izquierdas, no lo escondía, todo lo contrario, pero es bastante cuestionable que sus lectores se redujeran en función del voto político. Por algo ha sido (y es) una de las mejores escritoras que ha dado España. Las urnas no dividían a los clientes de las librerías para comprar sus obras.

Sin embargo, también Ana Rosa Quintana ha demostrado su valía profesional, algo que no tiene nada que ver con estar o no de acuerdo con ella en sus opiniones. Pero menudo filón han encontrado en ella los que guardan mucho más silencio cuando habla un periodista más afín a lados opuestos.

Detrás de esa presentadora con tantos detractores como seguidores -cada mañana El programa de AR en Telecinco marca alrededor de un 18% de cuota de pantalla-, hay una periodista de dilatada experiencia, con una trayectoria que comenzó a principios de los 80. Incluso fue corresponsal en Nueva York. No solo ha presentado magazines, por dios.

Si tan manipuladora fuera Ana Rosa Quintana, jamás sentaría en las mesas de debate de Unicorn Content a periodistas como Esther Palomera o Cristina Fallarás, sino que dejaría a Eduardo Inda sin compañía ni réplica. Lo de no respetar la libertad de expresión no va con ella -algo lógico, por otro lado, dedicándose a lo que se dedica-.

Pero se le quiere silenciar. De lo que todavía algunos no son conscientes es de que cuanto se sintoniza Telecinco para ver El programa de AR, un espectador no está sentando frente a un Informativo. Es un magazine, un programa de información a la vez que de entretenimiento, lo que da a los presentadores la libertad de mostrar sus opiniones en espacios en los que otros también lo están haciendo. Eso queda lejos de ‘la manipulación’ de la que se le acusa, porque el programa diferencia claramente sus secciones. Otra cosa es que se suelten vídeos descontextualizados en Twitter, clips de 30 segundos, y que quien no suele ver el programa crea que sus más de cinco horas diarias en pantalla son una sucesión de esas pildoritas (por cierto: eso sí es manipulación).

La polémica con Usera y Chinatown

Nadie puede explicar en nombre de Ana Rosa qué quiso decir con que ahora Usera es Chinatown, pero es mejor pensar que entiende por Chinatown algo más que “una calle llena de chinos” -que no reduce el concepto de Chinatown a algo tan simple-, y habría sido maravilloso pensar que la mayoría de la gente también lo hace. Aunque, entre tanta crítica destructiva por sus palabras, parece que no es así, porque de serlo habrían, al menos, dudado de que quisiera hacer un comentario racista.

Dicen quienes trabajan con ella en su día a día -que además son poco sospechosos de estar ‘cerca’ de ella en lo que a ideología se refiere-, que hay que conocerla "poco y mal" para pensar que cuando habla de Usera y de Chinatown lo hace "con voluntad discriminatoria".

Precisamente destacó en su discurso al recoger la medalla la cantidad de gente que vive en Madrid que no es ‘gat@’, que no es de descendencia madrileña o que llegan solos, de fuera, a buscarse la vida en la capital. Ella lo sabe de primera mano por su faceta de empresaria gracias a la que, como subrayó, ha podido dar trabajo a gente de otros muchos rincones. Entonces, ¿cómo va, a continuación, a insinuar que la gente que no es de Madrid no tiene cabida en la capital? Quisiera darle el beneficio de la duda porque no puedo leerle el pensamiento.

¿Quién lo merece más?

Cómo incomoda escuchar opiniones diferentes a las de uno… Bien sean las de Ana Rosa Quintana a la gente de izquierdas que quiere silenciarla o bien sean las de Jorge Javier Vázquez a la gente de derechas que quiere silenciarlo. Ya en 2023, por ilógico que parezca, quienes más protestan por la supuesta manipulación o por la falta de libertad de expresión son los mismos que no quieren que los demás manifiesten libremente lo que piensan.

¿Es menos merecedora de una medalla de su ciudad quien está etiquetada políticamente? Porque por esa regla de tres, tampoco merecería reconocimiento alguno Almudena Grandes. Ambas son figuras notorias de Madrid. Por otro lado, podría gustar o no que Jorge Javier Vázquez calzara sus opiniones políticas en Sálvame, pero no por eso habría que pedir que se le retirara su más que merecido premio Ondas.

Ni importa a quién vote Ana Rosa Quintana ni importa a quién votaba Almudena Grandes -no he escuchado jamás a ninguna defender totalitarismos-. Lo que importa es que se reste mérito a sus figuras y legado porque digan algo que no guste a cierta parte de la población. La papeleta que alguien mete en la urna no le convierte en peor profesional. En este caso, ambas son igual de (ilustres) madrileñas, por logros diferentes.

Aunque qué se puede esperar de una sociedad que arma la de dios porque Borja Sémper y Bárbara Goenaga son pareja sentimental... Dejarse llevar por la corriente no hace estar en posesión de la razón, si es que alguien la tuviera.

Ana Rosa Quintana y Almudena Grandes, dos grandes figuras batallando por un reconocimiento de su ciudad. Y sin que ellas se hayan sumado a ningún batallón. No deja de ser una forma de instrumentalizarlas. Reconocerlas a ambas puede hacer que muchos más madrileños se vean reflejados en la vida pública, si se toma en serio lo de los bandos.

Ellas, mujeres lúcidas y referentes, seguramente habrían bailado un chotis juntas mientras el resto del mundo en redes sociales echa espuma por la boca. La de energía que gasta la gente en odiar y hacerlo público. ¿Cuál de las dos es más madrileña? ¿Hay una forma de medirlo?

Acto de entrega de las Medallas de honor de Madrid 2023

Acto de entrega de las Medallas de honor de Madrid 2023 EP / Foto: EFE