Para que Twin Peaks volviera era necesario que David Lynch tuviera carta blanca para hacer lo que le diera la gana. Y vaya si lo ha hecho. El regreso a la pequeña pantalla de los misterios de este entrañable pueblecito en las montañas ha dejado a sus fans totalmente descolocados, tal y como era de esperar en un cineasta de la talla de Lynch. Porque una de sus grandes virtudes como director es que, da lo mismo lo que esté contando, lo hace tan bien que uno se queda hipnotizado mirando la pantalla. Da igual que en la escena aparezca una rama parlante, un cuarto rojo donde todos hablan al revés, o un personaje que se ha convertido en una tetera gigante.

Twin Peaks es la serie de las rarezas y es frívolo hablar de ella como una tomadura de pelo al espectador, porque sólo Lynch es capaz de contarte esa historia con esos elementos y que salga algo creíble. Todo lo que nazca de su desbordante imaginación me interesa y posiblemente todo ese material en manos de otra persona sobrepasaría sobradamente la línea roja del ridículo. Por lo que, señores detractores, algún mérito tendrán que reconocerle. A los que querían una serie más normal, les preguntaré ¿qué pasa?, ¿que no hay series normales suficientes? Que una creación tan singular como Twin Peaks siga en televisión es todo un lujo que honra a los ejecutivos de Showtime que tomaron la arriesgada decisión de emitirla.

El retorno de Twin Peaks nos ha ayudado a cerrar cabos que quedaron sueltos en la segunda temporada emitida hace ya 25 años. Sin embargo, abre otros nuevos que no sabemos si alguna vez tendrán continuación. Un final totalmente abierto con el que los fans de la serie tendrán materia para debatir durante años, mientras que los detractores se reafirmarán en sus opiniones. La serie no sólo no tiene un final cerrado, sino que es posible que jamás vuelva a continuar.

Hace 25 años, la audiencia se quedó con el corazón en un puño, al ver cómo un doble malvado del agente Cooper quedaba suelto por el mundo, mientras el auténtico quedaba atrapado en la Logia Negra. Hoy el público ha quedado petrificado con el grito de terror de Laura Palmer (Sheryl Lee) retumbando en sus oídos al final del último episodio. ¿Qué quiere decir todo esto?, ¿habrá continuación?

Por el momento, continuar con Twin Peaks para una cuarta temporada no está en los planes de nadie. Ni Showtime, ni David Lynch, ni el equipo protagonista ha dicho ni una palabra sobre el tema. En su día, cuando Lynch vendió el episodio piloto del Twin Peaks original a los ejecutivos de la ABC no tenía pensado un final.

El asesinato de Laura Palmer no tenía por qué tener una respuesta, sino que era el misterio sobre el que se iban a generar otros nuevos. La cadena no quería cosas raras y exigió a Lynch y a Mark Frost una respuesta a la gran pregunta de ¿quién mató a Laura Palmer? Hecho que se desvelaba en la mitad de la segunda temporada por imposición de la cadena, momento en que el interés de la serie cayó en picado. Huelga decir que tras la resolución del misterio, tanto Lynch como Frost dejaron la producción en manos de colaboradores para centrarse en otros proyectos. Sólo regresaron en el tramo final, cuando la espada de la cancelación pesaba sobre Twin Peaks como una espada de Damocles.

Para esta tercera temporada, David Lynch se ha tomado su tiempo para llegar a donde quería llegar. El cineasta ha huido de las nostalgias en los episodios iniciales y, de hecho, parecía que estábamos viendo otra serie, eso sí, reivindicando su rareza. Personajes nuevos se van alternando con los más veteranos (comprobando con horror cómo para algunos de ellos sí ha pasado el tiempo).

Lynch recupera a dos de sus musas de la gran pantalla: Laura Dern (Terciopelo Azul, Corazón Salvaje) y Naomi Watts (Mullholand Drive). Los toques de humor negro, los momentos surrealistas, la creación de atmósferas con los silencios... Todo se va sucediendo, sin que lleguemos a tener claro hacia dónde va la trama. A lo largo de la temporada vemos cómo un agente Dale Cooper (Kyle MacLachlan) sin recuerdos y convertido en el entrañable Dougie inicia una nueva vida con su propia familia en Las Vegas mientras unos gángsters intentan matarlo, sin que nadie se dé cuenta de que es un niño grande que se limita a repetir la última frase que le han dicho. (¿No vimos algo así en Carretera Perdida?). Mientras, su doble malvado sigue haciendo perrerías por el mundo. Capítulo tras capítulo, Lynch va mostrando las piezas de un complejo rompecabezas.

Tenemos hasta un cameo de Mónica Belucci dentro de un sueño del personaje de Gordon Cole (interpretado por el propio Lynch) haciendo de ella misma y diciendo que todo puede ser el sueño de alguien. Algunas de las piezas van encajando, otras no tienen cabida en ninguna parte. Pero cuando ya parece que empezamos a hacernos una idea de a dónde va todo, Lynch pega un manotazo en la mesa y nos cambia el dibujo. Ya lo hizo en el octavo episodio y no podía cerrar de cualquier manera el último de la temporada.

En los tres últimos episodios (o partes como se les llama aquí) es donde Lynch demuestra su oficio y que sabe perfectamente qué teclas tocar para emocionar al espectador y acaba entregándose a la nostalgia. Es a partir de ese momento cuando regresa el agente Cooper en todo su esplendor ("Yo soy el FBI", dice nada más recuperar la memoria) y se suceden esas escenas que todo fan de Twin Peaks esperaba desde que empezó esta tercera temporada. Ya que estamos en el apartado de las nostalgias, triste es que Lynch no haya reservado un hueco para la que fue otra de las estrellas femeninas de la serie Lara Flynn Boyle, para quien ni siquiera hay un breve cameo. O a Joan Chen, que al menos a ella sí se la recupera en una escena de flashback.

El tiempo ha pasado para todos y hay actores que acabaron falleciendo poco después del rodaje o durante el mismo como Miguel Ferrer o Catherine Coulson (lady Leño). Por no hablar de la imposibilidad de contar con David Bowie para retomar el personaje que interpretara en la película Fuego camina conmigo o de las apariciones póstumas de Don S. Davis y Frank Silva.

A partir de aquí analizamos el final de la serie y llega la zona de los spoilers. En el doble episodio final, llega el momento de los reencuentros y es cuando todas las líneas argumentales hacen converger de nuevo a los personajes principales hacia Twin Peaks. Las notas musicales de Angelo Badalamenti que se convirtieron en un clásico de la historia de la televisión vuelven y hasta Julee Cruise reaparece en el escenario cantando The World Spins.

Hay historias de amor que quedaron abiertas hace 25 años y que ahora se cierran. Por fin nos encontramos con Sherilyn Fenn y su personaje de Audrey Horn (a quienes el tiempo no ha tratado muy bien y que recalco aquí porque era uno de mis favoritos). Audrey merecía un mejor destino del que tiene en la serie. No entendí bien del todo la escena (sí, lo admito) pero dicen que está encerrada en algo llamado la Logia Blanca. Sus lágrimas al mirarse al espejo, llegaron a conmoverme.

Hace 25 años, Audrey terminó atrapada en la explosión de un banco y ahora no nos han explicado cómo se libró de eso. La sorpresa de la temporada es que Audrey es la madre de quien es uno de los villanos más repugnantes de los nuevos episodios. Aprendimos a odiarle cuando atropelló a un niño que jugaba con su madre junto a la carretera y se dio a la fuga. El padre de esta "joyita" resulta ser (¡oh sorpresa!) el doble malvado de Cooper. El doppelganger parece que se ha ido dedicando a meterse en la cama de todas las antiguas amantes de su reverso en estos 25 años tras salir de la Logia Negra.

Volviendo al episodio final, tras un enfrentamiento climático entre el bien y el mal es cuando Lynch vuelve a hacer saltar todo por los aires, situándonos ante un nuevo escenario en el que se rompen los parámetros del espacio y el tiempo en una mezcla entre Carretera Perdida y Donnie Darko (aunque esta última no es de Lynch). Cooper regresa a la noche en que Laura Palmer murió, para tratar de salvarla. La primera duda es si realmente logra impedir el asesinato porque, cuando ambos se están marchando del lugar, ella se desvanece y escuchamos desde lo profundo del bosque su aterrador grito antes de morir.

Un momento, ¿no es el sonido que se oye en el momento de la desaparición aquel al que el gigante dijo a Cooper que tenía que prestar mucha atención? Se inicia una línea temporal alternativa donde el cuerpo de Laura envuelto en plástico nunca llegó a aparecer y aquella fatídica mañana fue un día normal en Twin Peaks. Con la voz de Julee Cruise cerramos la primera parte del doble episodio final, para retomar la historia en una sucesión de lo que parecen ser líneas temporales alternativas. El vídeo de abajo reproduce la escena final de la serie, así que aquel que lo abra ya sabe a lo que se expone.

Muchísimos spoilers desde ahora. Al empezar la segunda parte del episodio final, ¿estamos en el pasado, en el presente o el futuro?, ¿es todo un sueño?, ¿o bien son universos paralelos? La primera escena es el reencuentro de Cooper con Diane (aquella secretaria invisible a quien Cooper siempre dictaba cosas por teléfono en la serie antigua y que ahora se encarna en Laura Dern) con romance incluido. Los dos parecen estar viviendo la historia de amor de dos personas que no son ellos. Sus nombres son Richard y Linda.

También tenemos el regreso feliz de Doug con su familia de Las Vegas. Su esposa es Naomi Watts. ¿A nadie le llama la atención que las dos mujeres de Cooper sean las musas de Lynch?, ¿hay otro mensaje oculto aquí?. Tras ser abandonado por Diane en la otra línea temporal, Cooper finalmente encuentra a una Laura Palmer envejecida y que no tiene ningún recuerdo de los hechos de Twin Peaks, como si hubiera renacido en la persona de Carrie Paige tras ser salvada de su muerte.

Cooper la lleva a la que fue la residencia de los Palmer con la esperanza de despertar su memoria dormida, pero en su antigua casa no hay ni rastro de su familia, ni parece que éstos hayan vivido jamás allí. ¿Es consecuencia del viaje en el tiempo de Cooper? Cuando los dos se marchan aparentemente derrotados, Cooper parece darse cuenta de algo importante. Pregunta a Laura: ¿En qué año estamos? Sin embargo, no tenemos respuestas. Algo parece inquietar a Laura, sensación que parece transformarse en pánico cuando cree oir la voz de su madre llamándola desde la casa (¿No se había convertido Sarah Palmer en uno de esos bichos raros?). Todo se apaga y Laura empieza a gritar. El mismo aterrador grito que precedió al momento de su muerte. Fundido a negro y aparecen los títulos de crédito con la imagen fija de cuando Laura susurró algo al oído de Cooper en la Logia Negra 25 años atrás. Y ya está.

¿Significa todo esto que Cooper jamás podrá salvar a Laura? ¿O ha conseguido que su mente despierte y recuerde todo lo que ocurrió? ¿Ha quedado atrapado dentro de un bucle? Teorías hay de todo tipo, pero éstas son las mías. Las respuestas quedan en el aire a la espera de que en algún momento a Lynch le dé por ponerse a estrujarse las neuronas y a urdir nuevos misterios con los que apasionar a sus fans y a indignar a sus detractores, saliendo con cosas que ninguno nos habíamos llegado a plantear.