Hoy nos dirigimos a uno de los lugares más especiales que esconde, no solo la Región de Murcia, sino el interior de las provincias de Alicante y Albacete. Y es que Yecla, una de las mayores joyas turísticas que tiene nuestro interior, no puede seguir siendo la gran desconocida.

Lleva razón su nueva alcaldesa, Remedios Lajara, cuando me dice: «Conocernos es reencontrarse con nuestras raíces, las que han configurado nuestra propia historia. Es seguir los pasos de quienes forjaron nuestra cultura y nuestras tradiciones, perderte en nuestros paisajes y descubrir nuestra singular gastronomía y sus vinos».

Ya no hay excusas para no acercarnos a Yecla. Con la autovía, la distancia que separa a la capital del mueble de la ciudad de Murcia es apenas de una hora, y les aseguro que no les dejará indiferente. Y es que pocos lugares conjugan la historia, la memoria, las tradiciones, las fiestas, la gastronomía, el paisaje y su patrimonio histórico como lo hace esta ciudad.

Su Plaza Mayor alberga, no solo su Casa Consistorial, sino la memoria de la ciudad Fran Puche

Siempre un poco de espaldas al resto de la Región, lógico por otra parte, su salida natural es la vecina Alicante. Yecla está llena de sorpresas; si bien quizás, como ocurre en muchos rincones de una Comunidad Autónoma que nunca creyó en el sector turístico como eje vertebrador del desarrollo económico, carece de una oferta hotelera fuerte, por lo que en caso de que quieran pasar más de un día en este lugar (lo merece, vaya si lo merece), tienen que reservar con tiempo. Aunque por suerte el turismo rural sigue ganando adeptos a pasos agigantados.

Un paseo por la ciudad

Yecla ofrece naturaleza y turismo de ciudad a partes iguales. Les recomiendo dedicar una jornada a cada una de sus principales atracciones turísticas. Si no les molesta andar, dejen el coche y acompáñenme a recorrer una ciudad llena de lugares históricos.

Comenzar por su Basílica de la Purísima (Iglesia nueva – siglos XVIII y XIX) es una opción más que obligatoria, y es que esta ciudad no se entiende sin ella. Su icónica cúpula guarda bajo ella una serie de obras escultóricas y pictóricas de gran valor; incluida, como no, su Virgen de las Angustias, de Francisco Salzillo, y capillas llenas de sentimiento y devoción. Lo mejor que pueden hacer es consultar la página web del Ayuntamiento, donde ofrecen todo tipo de detalles.

Aquí comienza su rombo mágico: Basílica, Plaza Mayor (Iglesia Vieja), Santuario, Castillo (Poblado Medina) y la Iglesia del Niño Jesús; pocas ciudades pueden presumir de tener al alcance de la mano un arsenal patrimonial tan importante. Tras visitar la plaza que alberga, no solo su Casa Consistorial, sino la memoria de la ciudad, frente a nosotros, y bajo la permanente mirada de su Santuario, nos espera su Iglesia Vieja, majestuosa, orgullosa y símbolo para muchos yeclanos y yeclanas.

Muy recomendado es pasear por sus caminos entre la naturaleza.

Pueden subir en coche, pero, sin duda, es buena idea coger los atajos (aquí les llaman ahorros); son caminos de madera que ha puesto en valor el Ayuntamiento. Merecen la pena, sobre todo porque durante todo el trayecto, apenas media hora, ofrecen un balcón natural cerca de sus viñedos difícil de imaginar y un paseo muy agradable.

Llegar al Castillo es como tocar el cielo de la ciudad. Ah, por cierto, si no conocen las Fiestas de la Purísima, en diciembre, no sigan leyendo y reserven un hueco en sus agendas. Esperemos que este año puedan celebrarse con cautela y responsabilidad, al igual que sus famosas y espectaculares carrozas que sueñan, diseñan y fabrican de papel, en sus increíbles Fiestas de San Isidro (primavera). El próximo año allí estaré, de la mano de Rocío Navarro, una enamorada de su pasado y el de una familia vinculada estrechamente a la ciudad y al vino, disfrutando del arte que desprende cada sueño de papel.

El orgullo de los yeclanos

Yecla aún tiene demasiadas sorpresas que ofrecerte, una lástima que, otra vez, encontramos en la señalización turística un déficit que estoy seguro que algún día solucionaremos, un mal endémico de una Región poco acostumbrada a pensar en el turista.

La Iglesia Vieja, majestuosa, orgullosa y símbolo para muchos yeclanos y yeclanas.

Va cayendo la noche y me faltan demasiadas cosas todavía por ver y por contar (Ermita de Santa Bárbara con leyenda incluida, Teatro Concha Segura…), y es que este municipio necesita algo más que una jornada para sentirte parte de ella.

Ahora entiendo por qué su alcaldesa me habla así de su ciudad; por qué a su concejal, Jesús Verdú, le brillan los ojos cuando describe cada lugar. Pero, sobre todo, comprendo por qué la gente de aquí se siente tan orgullosa de ser yeclana.

Monte Arabí

Pinturas rupestres, gastronomía y patrimonio

Decir Monte Arabí es decir historia, memoria, arte; es, simplemente, Patrimonio de la Humanidad. La lucha incansable de un pueblo por no convertir un paisaje único en una macro granja es de destacar, estoy convencido que dará resultado. Y es que los habitantes de este municipio del altiplano murciano saben que aquí radica su futuro, en luchar por su pasado. Su calidad de vida depende de un pulso que, estoy seguro, ganarán. Ir a Yecla y no acercarse a disfrutar de sus pinturas rupestres es igual que no visitar alguna de sus bodegas o degustar sus caldos; o como volverte sin probar sus libricos de miel o chocolate, saborear sus empanadillas de patatas, o, peor aún, sin saborear sus gazpachos. Y es que Yecla te enamora por los cuatro costados (olor, sabor, vista y tacto).

Aún guardo en mi memoria la primera vez que visité Raspay, un pueblo donde la lengua valenciana está viva. La tercera vez que volví a echarme gazpacho en el plato, le dije a mis amigos: «Venid a buscarme la semana que viene, me quedo». Lo más gracioso es que se fueron.

Yecla tiene un patrimonio a borbotones, hasta cinco Villas Rústicas Romanas se han contabilizado (Torrejones, El Pulpillo, Marisparza, Casa de la Ermita y Fuente del Pinar), pero si de algo presume este municipio es de tener alma, y eso lo podemos sentir en su Museo Arqueológico, donde su famoso ‘Busto de Adriano’ emerge como embajador de lo que aún está por descubrir. Consulten sus horarios, pero por lo que más quieran, no se lo pierdan.

Artículo dedicado a Rocío Navarro Verdú, que aún tiene muchas cosas que contarme de Yecla.

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