Esta semana nos acercamos al municipio de Santomera, a diez minutos de Murcia y a tiro de piedra de la provincia de Alicante. Aquí la huerta huele a huerta, y el cielo, gracias a su ubicación geográfica, con la Sierra de Orihuela como testigo preferente, tiene un color especial.

Como tantos otros municipios de la Región, la señalización turística es una asignatura pendiente. Ojalá que dentro de poco, cuando el municipio acometa las grandes obras que tiene pendientes, sobre todo la creación de una Vía Amable que irá desde su pantano hasta sus cuidadas tierras llenas de vida y verde que duermen entre sus acequias, se acuerden de señalizar todo el potencial que tienen, sobre todo el paisajístico.

Yacimiento Íbero en Sierra Balumba

Sin duda, estamos ante el balcón natural más espectacular de toda la Vega del Segura. Desde aquí, la visión es simplemente un espectáculo: 360 grados de la Huerta de Murcia a todo color. No se lo pierdan.

Desde este municipio, la visión es simplemente un espectáculo: 360 grados de Huerta de Murcia.

Subir hasta su Yacimiento Íbero, que el Ayuntamiento lleva un tiempo invirtiendo en él y está haciendo una apuesta clara por ponerlo en valor -sería, sin duda, la mejor inversión que podrían hacer- tiene una parada obligatoria; más aún, en cinco minutos desde que dejamos el coche, nos encontramos un teatro natural casi perfecto. Lo primero que uno se imagina cuando entra en este lugar es una obra de teatro o un concierto de música clásica. Con apenas poca inversión, este espacio podría llegar a convertirse en un símbolo de la Cultura de la Región de Murcia.

Desde aquí, hasta la cima de Sierra Balumba, en apenas diez minutos tenemos el Yacimiento. Es de agradecer que el Ayuntamiento haya puesto un sistema de seguridad para ascender en la subida final. A partir de ese momento, relájese y disfrute. Estoy seguro que dentro de unos pocos años, cuando la restauración sea una realidad, se convertirá en visita obligada, un lugar lleno de historia y magia aún por desenterrar, aún por descubrir.

Sus cuidadas tierras llenas de vida y verde que duermen entre sus acequias.

Desde aquí, y mirando la ciudad de Santomera, podrá apreciar su famoso Cabezo de Malnombre, un lugar diferente, de difícil acceso y sin ninguna señalización; pero dicen, lo comprobaré este año, que esperar la salida del sol en el solsticio de invierno sobre su cima es diferente a todo, gracias a sus petroglifos, únicos en el mundo. Y es que pensar que hace varios miles de años, unos cuatro mil, alguien imaginara crear esta combinación geométrica... es simplemente maravilloso.

Ya ha merecido la pena acercarse a esta localidad, y eso que aún nos queda pisar sus calles para asomarnos a su Casa Grande y a su maravillosa Casa del Huerto que, dentro de poco, cuando pongan en valor la Almazara, se convertirá en un destino preferente. Por cierto, Santomera es el quinto municipio de la Región de Murcia en peso industrial, lo que dice mucho a favor de su tejido productivo.

Iglesia de Nuestra Señora del Rosario.

Pero antes de pasearnos por sus calles y barrios, es obligado asomarse a la Huerta del Siscar. Su ermita, Nuestra Señora de los Ángeles, contempla sus tierras perfectamente alineadas, donde se aprovecha el agua de principio a fin, y donde nació la que dentro de poco esperan que el Vaticano la santifique: la Beata Madre Esperanza.

Antes de irnos a la Casa del Agua en el Pantano de Santomera, nos asomamos a su Iglesia de Nuestra Señora del Rosario y a la Plaza del Ayuntamiento, en el corazón de la ciudad.

La Casa del Agua: un lujo que sigue abandonado a su suerte

Con unas vistas únicas, unas instalaciones llamadas a convertirse en casi una segunda aula de todos los colegios e institutos de la Región de Murcia, la Casa del Agua yace ahí, medio moribunda. Una lástima que la Confederación Hidrográfica, no solo la del Segura, siga despreciando todo su potencial y evitando que la sociedad utilice todas las instalaciones públicas que tiene. Estoy seguro que llegará el día en el que las Confederaciones Hidrográficas dejen de ser instituciones decimonónicas y barrocas y abran sus puertas y ventanas, pero sobre todo sus mentes.

Casa Grande.

Una auténtica lástima ver sus instalaciones deportivas llenas de hierbas y piedras, donde el mantenimiento de sus edificios brilla por su ausencia; pero, a pesar de todo, merece la pena asomarse desde aquí al Pantano de Santomera.

Antes de terminar, voy a pasear por su espacio natural de Los Cuadros, donde se cruzan los municipios de Murcia y Santomera, y no sé si alguno más. Es sábado, hay mucha gente caminando y en bicicleta, pero merece la pena acercarse entre semana por la tarde a pasear entre miles de pinos y olor a campo. Repaso mis notas de Santomera y me doy cuenta de que apenas he hablado de sus productos o de su gastronomía. «Probar en Restaurante Carlos, carretera de Abanilla, su cordero en hojaldre y su arroz negro, es la tercera generación», pone en mis apuntes; habrá que ir.

En su escudo, bajo el limonero y junto a las siete coronas, tres manos se entrelazan, Santomera, El Siscar y La Matanza, como anunciando a quien llegue que siempre será bienvenido.

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