Visitar La Unión, este trozo de la Región de Murcia, es mucho más que ir a enamorarte del Cante de las Minas en verano; incluso la visita a su Mina Agrupa Vicenta no es comparable a la historia de la ciudad. Si quieren conocer de primera mano un lugar especial, tienen que empaparse de su pasado, de su sufrimiento, de su trabajo reventando las entrañas de la tierra, de sus hombres y mujeres que dieron su vida intentando buscar plomo, plata, hierro y zinc. Sólo así entenderán la grandeza de este lugar.

Casa Piñón

Quedo con su alcalde en el edificio más emblemático de toda la zona, su Casa Piñón, donde también se ubica la que quizás sea la oficina de turismo más bonita de la Comunidad Autónoma, y es que esta ciudad no se entiende sin sus dos edificios más emblemáticos: su Mercado Público y la sede del Ayuntamiento unionense.

Cante de las Minas

Cuando le pregunto a su alcalde que me diga por qué merece la pena venir aquí, no lo duda ni un instante: «La degradación que ha sufrido a través de los años ha conseguido algo único en el Mediterráneo, sus atardeceres ocres son increíbles», me dice.

Efectivamente, cuando paseo por sus sierras mineras viendo caer el sol, apenas consigo avanzar, cada metro me ofrece un cuadro perfecto, es como si el sol se despidiera cada día de esta tierra acariciándola lentamente mientras se esconde en el horizonte.

Pero antes de llegar la tarde, me acerco primero a charlar un rato en un local que es algo más que una institución en todo el Campo de Cartagena: la Casa Lloret.

Jesús, de Casa Lloret, un local que es más que una institución en la zona, en el que se respira un aroma especial y se vive la historia reciente de esta ciudad

Conocí este lugar hace muchos años, y sigue, a pesar del tiempo, teniendo un aroma especial. No se respira antigüedad, sino un olor añejo; no se vuelve al pasado, sino que se vive la historia reciente de esta ciudad. Si no conocen este lugar, justo detrás del propio Ayuntamiento, no se lo pierdan, sobre todo para tomarse un vermut con patatas con ajo o unos michirones.

Capital mundial del flamenco

Antes de ir al corazón del Cante, me acerco a la oficina de turismo. Tienen una página web bien armada, así que les recomiendo que antes de venir a disfrutar de este lugar, dediquen unos minutos a conocer su pasado. Ah, y a la hora de comer, déjense aconsejar por sus técnicos.

Me acerco después a su Mercado Público, capital mundial del flamenco cada agosto. Cuando uno se encuentra frente a él, en soledad, se puede escuchar a los más grandes del flamenco que han pasado por aquí. Estoy seguro que dentro de poco, cuando la pandemia permita de nuevo saborear este cante, que es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, volverá con más alma, con más sabor y sobre todo, con más fe.

El Mercado Público es uno de sus edificios más emblemáticos, junto al Ayuntamiento

Antes de comer, entré en su Agrupa Vicenta, que abrirá las puertas de nuevo dentro de poco. Hace tiempo escribí un artículo sobre este lugar. En el periódico me dijeron que no podía escribir más de dos folios, pero me fue imposible recortar palabras, sobre todo si uno quiere expresar, no solo su belleza o lo que se siente al escuchar cantar bajo la tierra, sino contar las vidas rotas, resquebrajadas y a veces muertas de aquellos niños, jóvenes y mayores que se dejaron lo mejor de sus vidas para que ahora, generaciones posteriores, podamos disfrutarla. Si no la conocen, si no han ido a un concierto, no merece la pena que sigan leyendo. Cuando de nuevo la magia vuelva, no se la pierdan.

Entre la belleza y la historia negra medioambiental

Llegó la hora de comer; me voy a Portmán, aquel lugar que siempre anduvo entre la belleza y la historia negra medioambiental de la Región, y que, sin duda, algún día está llamada a cambiar su destino.

Subir sus traviesas del Pino del Canadá, una madera excepcional, mientras la costa se rompe bajo tus pies, es una experiencia increíble, igual que probar sus calderos aquí.

Faro de Portmán

Por la tarde, es cuando me dispongo a saborear ese ‘crisol’ de colores que te ofrece la naturaleza mientras vuelvo a La Unión. Pero antes, hablo con un pescador y su mujer, y me habla de su Semana Santa. Este año no ha habido, pero le prometí en 2022 venir a verla después de verle llorar cuando me hablaba de ella.

Ahora entiendo por qué grandes pintores buscan aquí su inspiración, por qué encuentran mil tonalidades ocres y cien reflejos dorados.

Mientras regreso a Murcia, voy intentando recordar cada detalle que he tenido la suerte de sentir. Al llegar a casa, abro mi libreta intentando que no se me escape ningún color de esa tierra, compruebo que está casi todo, incluido el recuerdo de un pueblo que va siendo hora de que le devuelvan una parte de todo lo que dieron.

Dedicado a los mineros y sus familias

Este artículo está dedicado a todos los mineros y sus mujeres e hijos, que durante décadas se dejaron la vida para poder sobrevivir.

Más sobre La Unión

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