A menos de diez kilómetros de la capital se encuentra nuestro rincón insólito de la semana. Durante muchos años ha sido el municipio de España con mayor densidad de población, pero a finales de los años ochenta, cuando su superficie se vio incrementada en diez kilómetros cuadrados, dejó de serlo, pasando de poco más de cinco a dieciséis; a pesar de ello, su densidad supera los 2.600 habitantes por kilómetro cuadrado.

Así que si buscan espacios naturales, parques regionales o rutas senderistas entre montañas, Alcantarilla no es la mejor opción.

Ahora, como dice su alcalde, «si quieren conocer uno de los mayores conjuntos hidráulicos de la Región, que dio lugar al nacimiento de la huerta», entonces, bienvenidos a Alcantarilla.

Para conocer más a fondo esta localidad, quedo con quien fue director de la Escuela de Administración Pública, Paco Saavedra, hoy miembro de la corporación municipal, y un enamorado de su pueblo, pero sobre todo, de su gente.

Alcantarilla alberga uno de los mayores conjuntos hidráulicos de la Región de Murcia

Sin duda, el futuro de Alcantarilla está por escribir, sobre todo cuando, por fin, las vías del tren pasen a formar parte del subsuelo y de los libros de historia de un municipio que rebosa vida por los cuatros costados. La planificación será clave, pues podríamos estar ante el mayor centro comercial al aire libre de la Región de Murcia.

Antes de callejear, paso por su particular joya de la corona: el Museo de la Huerta, que ahora se verá enormemente reforzado con la puesta en valor de su increíble Parque del Acueducto, veinticinco mil metros cuadrados (22 arcadas desde la Rueda). Si a esto le sumas una moderna biblioteca, un Centro de Participación Ciudadana, junto al Centro de Información Turística y de Exposiciones, el resultado es que hay otra Alcantarilla a la que todos conocemos. Una ciudad llena de gente sencilla, abierta y solidaria.

Entro en su Museo, que pervive entre su famosa fábrica de Hero y la ciudad. Es como un remanso de paz en medio de la vorágine diaria, un lugar donde, sin duda, se convertirá en su núcleo vertebrador de su apuesta cultural.

Cuando quedo con Paco Saavedra, se abre a enseñarme la ciudad, mientras va saludando a gente, le pregunto por las Fiestas de la Bruja.

«Las Fiestas de Mayo» me dice. «Las fiestas de la Bruja es una parte importante, pero están dentro del conjunto de las fiestas». Y me habla de la vertiente religiosa y participativa, y es que tiene claro que aquí se simboliza la generosidad de la ciudad. «Háblame de ellas», le digo. «Miguel, en las fiestas, como te he dicho, es donde mejor puedes comprobar cómo es la gente de aquí. Pocas ciudades se abren tanto como nosotros».

Ayuntamiento de Alcantarilla

Mientras caminamos, va enseñándome los restos de tres o cuatro edificios modernistas que dejan entrever la importancia de la ciudad en aquella época. Una lástima que la mayoría sigan derruyéndose a golpe de abandono.

Me habla de la gran labor que la Asociación Histórico Cultural Legado ha hecho y sigue haciendo por la memoria y el patrimonio de la ciudad. Sin darnos cuenta, llegamos al Convento de los Mínimos, siglo XVIII, dedicado a San Francisco de Paula, un Bien Cultural que sin duda espera como agua de mayo su rehabilitación; y mientras me cuenta su historia, nos cruzamos con Mari Carmen Tristante, una profesora que en su día fue concejala también. Cuando nos despedimos me doy cuenta que su gente merece la pena.

Mientras paramos a tomar café, en la Plaza Adolfo Suárez, sigo tomando notas de todo lo que me dice, desde el Ayuntamiento ponen todo su empeño en poner en valor su riqueza hidráulica. La rambla de las Zorreras, el Puente de las Pilas, la Noria, el Acueducto, de las Acequias Mayor, Turbedal, La Dava... Sin duda, saben perfectamente que en las infraestructuras hidráulicas está su potencial turístico junto a la gastronomía y, esperemos, la cultura.

Me leo la documentación que me pasa de Diego Guzmán y de Pepe Parra, muy bien estructurada, por cierto. Le pregunto por la cafetería El Cepo, que la recuerdo de hace muchos años. «Era el centro prácticamente de la ciudad», me recuerda con cierta nostalgia.

Cristo Yacente de José Planes

Antes de hablar de gastronomía, Paco me insiste en hablar del Cristo Yacente, obra del escultor José Planes, Premio Nacional de Escultura. Me acerco a verlo por mi cuenta. No se lo pierdan.

La gastronomía

No tienen ningún plato típico, no existe un dulce que simbolice la ciudad, pero no dejen de venir a Alcantarilla a probar algunos platos. Como el pulpo de roca en Ponencias, o sus tapas en la Cervecería Antonio.

Me despido de Paco en la plaza en la que nos encontramos, que lleva el nombre del expresidente Suárez, construida sobre la antigua Estación de Lorca y de la Fábrica de Cobarro.

No hemos ido a la Plaza de las Palomas, que era el centro neurálgico de la ciudad. Así que nos acercamos. Aún conserva ese sabor a antaño.

Antes de ir a montarme en el coche, cruzo la carretera para visitar la Ermita de la Virgen de la Salud, junto al Paraje Natural del Agua Salá. Una lástima que este lugar no esté mucho mejor acondicionado para ponerlo aún más en valor.

Dejo atrás Alcantarilla. Hay mucha industria, lonja de pescado y una planificación urbanística que brilla por su ausencia, pero merece la pena volver, sobre todo para escuchar una obra de teatro o un concierto en su nuevo Parque del Acueducto, o simplemente para pasear por su Museo de la Huerta ahora en primavera.

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