La cocina lorquina es rompedora. Cocineros de toda la vida comparten espacio con los que despuntan a la vanguardia en los fogones más allá de nuestro territorio regional. El secreto es probablemente el buen uso que hacen de una materia prima única. Y es que Lorca es la huerta de Europa. Cada día, cientos de camiones salen de los campos lorquinos cargados de lechugas, tomates, alcachofas, brócolis, etc., para llegar a los principales mercados europeos. Cientos, miles de kilómetros para llegar a la mesa de ciudadanos alemanes, ingleses, franceses, holandeses, italianos y muchos más. Los que visitan Lorca pueden disfrutar de frutas y hortalizas recién recogidas de la huerta lorquina.

En la mayoría de las ocasiones es el propio agricultor el que surte a los diferentes bares y restaurantes, por lo que estos productos conservan el aroma que impregna todo un plato. Pero la cocina lorquina es mucho más. Es una fusión de sabores, olores y colores donde se vislumbran entremezcladas las distintas culturas que han compartido un mismo espacio en Lorca.

Y, como de la misma manera que hace siglos convivieron las distintas culturas, en la actualidad convive su gastronomía con pequeños detalles que sorprenden a autóctonos y foráneos en restaurantes del casco antiguo que albergan coquetas estancias que llevan al visitante a aquellas casas de antaño. Pero también nuevos establecimientos con lo último en decoración. Y terrazas en plazas donde, bajo un cielo azul, el sol se deja sentir acariciando al visitante con sus rayos que calientan incluso en invierno.

Las olas rompen en la orilla del litoral lorquino mientras se degustan auténticas exquisiteces en un poblado de pescadores o en una recóndita cala con un paisaje virgen y único por descubrir. Pan recién hecho en un horno centenario brinda el mejor de los acompañamientos a bares de toda la vida de las Tierras Altas, donde es de obligado cumplimiento degustar las recetas más tradicionales de los cocineros.

Sentidos de la tradición

Carnes y pescados son aderezados con esencias de esta tierra que ofrece unos colores únicos como los de sus caldos, que toman consistencia como sus quesos de autor. Es la Lorca de los sentidos, de la tradición, pero también de los que buscan nuevas experiencias que compartir.

El segundo término municipal más grande del país muestra un sinfín de posibilidades gastronómicas que sorprenderán al viajero, que deberá regresar una y otra vez para descubrir lo que esta tierra ofrece. Gastronomía enlazada con la artesanía, el folclore, las tradiciones y las celebraciones. Curiosidades como la de disfrutar de un pedazo de turrón de patata a comienzos de septiembre mientras suena la ‘Jota Lorquina’ en el Santuario Patronal de la Virgen de las Huertas.

Esa es la Lorca por descubrir, por disfrutar, por escudriñar, por sentir, por vivir… abierta siempre a todos aquellos que quieran conocer uno de sus principales patrimonios, el gastronómico. Ven y compártela.