Mil leyendas. Cien historias. Palacios encantados y la Casa Museo de Miguel Hernández. Orihuela de norte a sur, de lado a lado. «Cuando conocí Orihuela, me di cuenta que quería dedicar mi vida a la historia y al patrimonio». Así de contundente fue un amigo mío, que llegó a ser un alto cargo funcionarial de Bienes Culturales, cuando le dije que había programado una visita para conocer a fondo una de las ciudades que más tesoros históricos esconde de todo el Levante español.

Ahora entiendo por qué le brillaban los ojos cuando hablaba de Orihuela. Una amiga suya, que fue eurodiputada, me dice emocionada: «Mi Orihuelica del Señor es una de las ciudades más fantásticas que hay en todo el Mediterráneo. Debería ser obligatorio en los colegios e institutos estudiar su pasado. Morirse sin conocer Orihuela debería ser pecado».

Siempre ha vivido esta ciudad, que llegó a ser la segunda ciudad más importante del Reino de Valencia, un poco de espaldas a la Región de Murcia. La historia, imagino, pesa mucho, pero sin duda, cientos de miles de murcianos y murcianas nos estamos perdiendo parte de nuestro propio pasado. Una ciudad que en 1564 se erige en Obispado, y en 1610 crea su propia Universidad -la primera pública de España- y que encarna la importancia que posee Orihuela en este rincón del Mediterráneo.

No olvidemos que visitaremos la ciudad que albergó el Pacto de Teodomiro (Tudmir, año 713), y que esconde no solo palacios llenos de leyendas e historias, sino una ciudad que se convierte en una de las pocas ciudades del mundo en la que hablan sus calles y plazas, sus poemas y recuerdos. No obstante, concertar con la oficina de turismo una visita guiada, sobre todo si se quiere conocer el alma de la ciudad, es la opción más recomendable.

Catedral de Orihuela, punto de partida de la ruta

El inicio idóneo de nuestra ruta arrancará en la Catedral de Orihuela, que junto al Palacio Episcopal se convierte en uno de los pulmones patrimoniales de la ciudad. Justo al lado, el Palacio de Tudemir, hoy reconvertido en hotel.

Si deciden quedarse una o dos noches no se equivocarán eligiendo este lugar. En su Palacio Episcopal podemos encontrar su particular joya de la corona, 'La tentación de Santo Tomás de Aquino', obra de Diego Velázquez.

Andar por los pasillos del Museo Diocesano de Arte Sacro hacia el cuadro provoca una sensación indescriptible. Un ejemplo: cuando pregunto a Monserrate -empleado allí- qué siente cada mañana al abrir sus puertas, puedo escuchar su corazón acelerarse y notar como sus ojos brillan.

De aquí es recomendable dirigirse a la Iglesia de las Santas Justa y Rufina. De nuevo la historia se presenta ante la vista. Su original reloj es inolvidable. Antes de hacer la primera parada, es obligatorio entrar en el Ayuntamiento de la ciudad, pero sobre todo lo es sentarse en el salón que alberga su icónico El Oriol, cuya leyenda es digna de conocer.

María, técnico de turismo del Ayuntamiento (la página web de la Concejalía de Turismo está muy bien trabajada y es una mina informativa: www.orihuelaturistica.es) e Iván, un guía que consigue que formes parte del escenario perfecto en el que se transforma la ciudad, convirtiéndote por unos momentos en protagonista de la historia, se empeñaron en que un servidor se acercara a conocer el Palacio de Sorzano de Tejada, donde la Fundación Pedrera tiene su museo. Cerca de allí se encuentra la Plaza Ramón Sijé, donde el poeta Miguel Hernández leyó su Elegía a su gran amigo.

Allí nos espera Geles, una mujer que vive el arte como pocas personas. Si tienen la suerte de compartir un paseo por este mágico palacio sintiendo la sensibilidad de esta mujer, notarán como el arte puede emocionar y traspasar los poros de la piel.

Cocina oriolana de nivel

Llegó la hora del aperitivo. Y es que si hay una ciudad que ha conseguido que la armonía pasee por sus callejuelas y placetas, esa es Orihuela. En la plaza de la Anunciación, la joven Davinia (Bar Los Monaguillos) está consiguiendo elevar la cocina oriolana al siguiente nivel. La cerveza la tiran demasiado bien, y encima el servicio es más que aceptable (gracias Gaspar).

Aún restan muchos lugares por visitar, y uno de los mejores aspectos que tiene la ciudad es que está todo al alcance de la mano. En Orihuela ni se anda ni se corre. Se pasea, y eso, se agradece.

El espectacular Colegio de Santo Domingo, denominado por algunos como 'El Escorial del Levante', se presenta majestuoso ante nuestra mirada. Pisamos historia. A un lado de este edificio espectacular, en un rincón pequeño, se encuentra uno de los grandes lugares de la ciudad, y que sin duda, es centro de peregrinación de mucha gente: la casa en la que vivió Miguel Hernández. El tiempo no pasa en esos momentos.

En lo referente a su clima, en primavera y otoño, Orihuela suele recibir al turista sin abrigos ni bufandas, mientras más de media España tirita de frío y sufre la lluvia. Aquí los colores revientan con el azul del cielo, y allá, a lo alto, vigilando la ciudad, se encuentra el Seminario Diocesano de Orihuela. Es el momento de dejarse llevar desde 'tu corazón a tus asuntos'.

Semana Santa y Fiestas de la Reconquista: sus dos grandes aliadas

Si 'Orihuela bien vale una misa', y más de una visita, su Semana Santa (Fiestas de Interés Turístico Internacional) y sus Fiestas de la Reconquista -imagino que dentro de poco también lo serán- son dos eventos que se convierten en un reclamo turístico de primer orden (no se pierdan la visita al Museo y la leyenda de la Armengola).

Por unos días, en Semana Santa y en el mes de julio, la paz se convierte en pasión, y la armonía que se respira en sus calles, deja paso a un espectáculo repleto de magia y color. Deben conocer su Semana Santa y sus Fiestas de la Reconquista, incluido su medio año festero, así como su Misa del Pájaro, su Diablesa, su Caballero Cubierto, la Gloriosa Enseña del Oriol, la Armengola y las entradas Mora y Cristina, lugares que rebosan cuentos e historias encontradas.

Antes de volverme, Antonio y Gloria (Bar Manolo) se sientan a mi lado. Me invitan a un calabacín con miel y bacon, y a un pimiento de bacalao con salsa (de 14 ingredientes) de langostino. Volveré, ya que aún me quedan pendientes un caldo con pelotas y un arroz con costra en Casablanca.

Me vuelvo paseando por el río Segura. Es difícil imaginar que, en ocasiones, la naturaleza reviente esta imagen de la ciudad con sus lluvias torrenciales, pero Orihuela siempre se levanta y se levantará. Dejo atrás Orihuela y su espectacular palmeral. Mañana quiero ver salir el sol en sus peculiares calas, donde las olas del Mar Mediterráneo acunan su costa.

Texto dedicado a todos los que su vida cambiaron las inundaciones de 2019.

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