El investigador aguileño Antonio Hernández Moreno presentará esta tarde en el Hotel Puerto Juan Montiel de su localidad natal su último trabajo, Treinta castañuelas para Londres (2020). Se trata del resultado de veinte años de búsqueda casi obsesiva de un joven bailarín español que ‘desapareció’ en la capital inglesa semanas antes de protagonizar el estreno mundial del ballet El sombrero de tres picos, con música de Manuel de Falla, coreografía de Léonide Massine y decorados de Pablo Picasso.

¿Por qué finalmente no se subió al escenario? ¿Por qué fue detenido e internado en un sanatorio mental días antes de la puesta de largo de la obra? ¿Por qué nadie se acuerda de Félix García? Esas son las preguntas que el autor murciano ha intentado responder en un texto ‘novelado’ que podrá adquirirse en los próximos días a través de Amazon y que, en breve, tendrá su versión en inglés. Por lo pronto, la presentación será a las 19.30 horas e irá acompañada de una cena-concierto titulada Alma española que contará con Rezart Kapetani al violín, José Vicente Riquelme al piano, Natalia Cabrera al canto y Anabel Orozco y José María Tomás al baile.

P Para empezar: ¿Quién es Félix García?

R La pregunta del millón [Ríe]. Pues él fue un joven bailarín español -muy brillante además- de principios del siglo XX, y que fue contratado por el empresario ruso Serguéi Diáguilev, fundador de los Ballet Rusos [una de las compañía más potentes de la época, de la que surgirían muchos de los mejores bailarines y coreógrafos del momento], para participar en la creación de los primeros ballets españoles, con coreografía española. Es verdad que antes ya se había hecho alguno, pero no con el renombre que podía tener esta compañía. Sin embargo, por circunstancias que explico en Treinta castañuelas para Londres, no llegó a hacerse famoso... Yo diría que es el gran desconocido de la danza española.

P ¿Cómo dio con este personaje? ¿Qué es lo que le acaba enganchando a él hasta el punto de sentir la necesidad de contar su historia (su verdadera historia) en este libro?

R Bueno, todo esto tiene su origen en las clases que impartía de Educacion Musical en el CEIP Nuestra Señora del Carmen de Murcia. Cuando se creó la especialidad de Música, allá por los años noventa, yo era el profesor de esta asignatura desde Primero hasta lo que entonces era Octavo, y luego de lo que sería Primero y Segundo de la ESO. El caso es que, para estos últimos, preparé en mi programación anual un tema de música española que yo explicaba por medio de un método de audición activa; y una de esas audiciones era, evidentemente, El somrbero de tres picos, una obra maestra de música española. El caso es que, cuando llegábamos a ella, siempre le contaba a mis alumnos que se estrenó en Londres en 1919 y que, entre los principales responsables de su creación, aparecía un personaje, Félix, que nunca llegó a participar en aquella puesta de largo sin que supiéramos muy bien qué sucedió exactamente con él. La cuestión es que, cuando les explicaba todo esto, había algo que me revolvía, y es que a este hombre le llamaban ‘El Loco’. Al parecer, fue ingresado en un hospital mental al sur de Londres poco antes del estreno porque le pillaron bailando desnudo sobre el altar de la Iglesia de St. Martin-in-the-Fields.

P Casi sin quererlo, su historia le atrapó.

Sí, algo así. Y luego que llegó un punto en el que realmente me convertí en un experto en el tema. Mira, ese tema terminaba con un viaje de estudios a Granada en el que, durante varios años, fuimos a visitar la casa-museo de Manuel de Falla. Entonces, claro, me iba metiendo poco a poco en la historia y llegó un momento en el que quería saber más sobre es hombre... Pero, con ese nombre, era muy difícil encontrar nada... Empecé a buscar, a escribír a archivos, instituciones..., pero nada. Finalmente me di cuenta de que estaba escarbando en el lugar erróneo y que prácticamente todo lo que quedaba registrado sobre Félix García -que finalmente era como se le conocía profesionalmente, no de nacimiento- estaba mal, equivocado. En ese momento decidí que lo que quería era ponerle cara, nombre y apellidos.

P Y de aquello hacen ahora viente años... Supongo que, con la publicación de este libro, se habrá quitado un peso de encima. Porque, además, ya me dijo hace unos meses que con Treinta castañuelas para Londres ponía fin a su investigación...

R [Ríe] Sí. De hecho, lo que a mí me gustaría ahora es que esta publicación pueda incentivar o ayudar a que documentos o fotografía relativas a Félix o al estreno de El sombrero de tres picos salgan a la luz; porque estoy convencido de que debe haber cosas en los archivos de personas particulares... Así que es un final para mí, pero un comienzo en la lucha por desenterrar datos sobre un personaje del que ‘apenas’ se conservaba un dibujo; eso sí, firmado por Pablo Picasso. Yo, finalmente, lo he conseguido identificar casi intutitivamente en una foto colectiva de su compañía, pero es que parece que alguien se empeñó en hacer desaparecer cualquier rastro de él...

P Ahí quería llegar: en el libro da a entender que Félix García fue conscientemente olvidado. ¿Por qué cree que fue así?

R Bueno, él estuvo dentro del proyecto desde el primer momento. Se le contrató en Madrid y, hasta pocas semanas antes del estreno, estuvo en primera línea. Félix fue testigo de creación de la música y de la gestación de la coreografía y de la creación de la música, pero también de una serie de... ‘relaciones personales’ entre los creadores que acabaron decantando su futuro. Él sabía ciertas cosas, y volver a España una vez apartado del estreno sin haber triunfado como le prometieron pondría en una situacion comprometida a los autores del ballet. Porque él llegó a hacer un viaje privado con Diáguilev, Falla y Massine; es decir, los cuatro grandes responsables de El sombrero de tres picos: el productor, el compositor, el coreógrafo y el primer bailarín, que iba a ser él. ¿Qué ocurre entonces? Que, poco antes del estreno, hay una serie de variaciones en la partitura original [tal y como el propio Antonio Hernández explicó hace un año a LA OPINIÓN, la obra de Falla fue terminada en secreto por Maurice Ravel y Ottorino Respighi], por si fuera poco, deciden sustituir a su compañera de ensayos. Esto fue la gota que colmó la paciencia de Félix, que, probablemente como reacción ante la tremenda presión a la que estaba sometido y a esos cambios de última hora, monta un numerito por el que es detenido.

P Lo del bailecito encima del altar...

Sí y no. Ponte en su situación: él se cabrea y deciden sustituirle, dejándole tirado y a su suerte en una tierra extraña, en un país en el que ni siquiera habla el idioma... Y eso que el contrato era claro: decía que el empresario debía pagarle al artista el viaje de vuelta a España si había una rescición, pero Diáguilev se desentiende. Fíjate, hay un detalle aquí que a mí me dio la clave: Félix permanece detenido varios días, demasiados. Esto es porque él es arrestado todavía como «músico y bailarín de los Ballets Rusos», por lo que debieron ponerse en contacto con la compañía para ver si se hacían cargo del bailarín, y entiendo que les dieron cierto margen para personarse en comisaría y recogerlo; porque lo detienen por montar un follón, nada más (aunque seguramente lo que estaba haciendo es intentar pedir ayuda...). Sin embargo, se desentinenden y le aplican la ley de vagabundos. En aquellos años había mucha sífilis y gente en la calle que lo había perdido todo tras la guerra, y lo que hacían es internarlos en un complejo mental enorme, pero no necesariamente estaban todos locos...

P Cuenta esta historia en base a documentos de la época, cartas, textos, etc., pero también ha apostado por meter algo de ficción. ¿Cuál era su intención al ‘novelar’ Treinta castañuelas para Londres?

R Darle más dinamismo a la lectura y, sobre todo, relacionar un poco mejor los hechos de los que se tienen constancia de aquella estancia de los Ballets Rusos en España (de la que no hay muchos detalles...). En concreto, uno de los puntos clave en esta cuestión es que quería hacer un paralelismo entre la historia de Félix y la del bailarín ruso Vaslav Nijinsky, que también tuvo un final parecido... Quería hacer justicia con ambos porque son las dos grandes incógnicas del mundo de la danza.

P Por él quería preguntarle, ya que es verdaderamente sorprendente que ambos, coetáneos, acabaran de la misma manera: internos en un centro de salud mental tras una serie de sucesos, cuanto menos, sospechosos.

R Y además, aunque fuera ruso, él vivía en España. Mira, Nijinsky empieza su ‘locura’ cuando se niega a bailar en Barcelona y, por tanto, a cumplir el contrato que había firmado con Diáguilev, algo similar a lo que le ocurrió a Félix... Pero éste era una estrella, un bailarín consagrado. De hecho, viviría muchos más años [Félix falleció poco tiempo después de ser internado] y acompañado por su familia, no en completa soledad...

P Es inevitable señalar a Diáguilev, que es el personaje que une estas dos historias...

R Diáguilev es un hombre muy estricto y muy centrado en alcanzar sus objetivos costara lo que costara. Además, era una persona tremendamente influyente, no solo entre la alta sociedad, sino para las casas reales europeas. Pero también era un empresario muy capaz, y un genio si hablamos de su faceta artística: quien se involucraba en un proyecto de Diáguilev saltaba a la fama inmediatamente. Es más, me atrevería a decir que Falla y Picasso [que se encargó del decorado de El sombrero de tres picos] no serían lo que hoy son en la historia del arte si no hubieran trabajado para él.

P Antes de finalizar, dentro de su campaña por recuperar a Félix García, inició hace ya tres años un ciclo de conciertos que lleva su nombre y que, de no ser por el coronavirus, hubiera llegado a Londres en marzo...

R Ha sido un proyecto muy ambicioso, sí; un palizón de trabajo, hablando claro [Ríe]. Porque ya no solo es el ciclo de conciertos y Treinta castañuelas para Londres, también publicamos un cuento en 2018 (El sombrero de tres picos, con el ilustrador Gerardo Valero) y, en CD, la primera grabación mundial del ballet completo con música de Falla en versión piano. Creo que esta es la mejor manera de mantener viva la memoria de Félix, y el próximo objetivo es instaurar el ciclo en Epsom (Londres), donde se encuentra enterrado. Por lo pronto, ya se ha propuesto un primer concierto para abril de 2021; pero vamos, lo que tengo claro es que se hará (más tarde o más temprano, pero se hará cueste lo que cueste).