Las aguas termales, uno de los grandes tesoros que guarda Fortuna, ya eran conocidas por íberos y griegos desde hace milenios, y gracias al Balneario de Leana, hoy en día se pueden seguir disfrutando para el beneficio de nuestro cuerpo y mente.

A una temperatura de 46 grados, las aguas brotan de la tierra ofreciendo a todos aquellos que las prueban una serie de propiedades curativas, proporcionadas por su composición. Indicadas para tratar problemas de salud como el reuma, la artrosis y diferentes afecciones de las vías respiratorias, estas aguas termales son accesibles en el complejo de Leana gracias a servicios como los volcanes de burbujas, el vaporario de esencias o las duchas pulverizadas o de aromas.

Los orígenes

A Fortuna se le conoce tanto a nivel regional como nacional por los servicios de aguas termales que ofrece, y es que la tradición de este municipio por los balnearios naturales se remonta al Siglo I d. C., cuando los romanos decidieron llevar a cabo la construcción de un ninfeo balnear debido al carácter curativo y termal de las aguas que brotaban de sus suelos.

Ubicado muy próximo al actual Balneario de Leana, este emplazamiento romano desapareció y dio lugar a otro nuevo balneario, ya en época de dominación musulmana, que fue disfrutado durante más de 500 años.

Un terremoto provocó el cambio de sitio del manantial de donde brotaban las aguas termales, por lo que no fue hasta finales del Siglo XIX cuando el actual balneario se edificó, convirtiéndose gracias a su legado en el ‘hotel balneario’ más antiguo de toda la Región de Murcia.