El 1 de febrero de 1981 ya están publicadas las bases del concurso para elegir el cartel anunciador de la X Semana Internacional de Cine Naval y del Mar: procedimiento libre; tres tintas máximo, sin dorados, plateados ni fosforescentes; 25.000 pesetas de premio y medalla conmemorativa.

El Primer Premio lo obtendría el cartagenero Agustín Sáez Alcaraz; la primera vez en cuatro años que un artista cartagenero ha ganado el concurso; con preciso dibujo el cartel presenta un foco emergiendo del mar. Volverá Agustín Sáez a ganar el concurso el año siguiente; un ancla sujeta a cintas de película, sustituyendo las maromas, es la propuesta más votada por los asistentes a la exposición de los originales que optan al premio como posible anunciador de la XI Semana Internacional de Cine Naval y del Mar.

En 1984 será de nuevo Agustín Sáez el galardonado entre los más de veinte participantes que se presentan al concurso; Sáez no varía gran cosa las propuestas anteriores, su barco navega sobre la ola que forma la espiral de una cinta cinematográfica. Agustín Sáez Alcaraz cuenta en ese momento 51 años, y el dominio técnico que tiene sobre el género cartel le permitirá ganar sucesivos premios y concursos, a lo largo y ancho de la Región, sobre temas muy variados.

El cartel, que ahora reproducimos, de la XV Semana Internacional de Cine Naval y del Mar, de 1986, es un encargo realizado de forma directa a Agustín Sáez, que ya ha demostrado, sobradamente, su buen hacer. Un cartel de aire psicodélico; el sensual y atractivo rostro de la mujer enmarcado en olas azules, fondos marinos, peces y banderas, recogidas en una cinta de película, que remiten a los países participantes. Un cartel que bien podría haber servido de anunciador de cualquier boite o discoteca de la costa y que (quizá sea esa la razón por la que lo he elegido) parece inspirarse en las heroínas de uno de mis preferidos dibujantes de cómic español: Esteban Maroto.

En la entrevista que le hace Mariano Roca y publica Hoja del Lunes el 10 de noviembre, Agustín Sáez Alcaraz expone: «El objetivo del cartel, a mi juicio, debe ser algo que incite, agudice e invite a la compra de algo, o a la asistencia a determinado acto, de una forma suave, amable, sin estridencias». Y continúa: «Un cartel no puede contemplarse en la calle como si se tratara de un cuadro expuesto en un museo, pese a que hay carteles maravillosos, porque el póster es otra cosa; tiene que ser lo suficientemente llamativo para que quien lo vea no tenga necesidad de pararse a leer en los vericuetos de su grafología. Debe impactar a primera vista, rompiendo la monotonía». Un texto para grabar en letras de bronce.