Así de serio posaba José Loustau en la primera década del siglo XX, siendo un jovencísimo alumno de la Universidad Central de Madrid, en la que había recalado desde su Valencia de Alcántara natal.

Tan solo unos años después llegaría a la Universidad de Murcia, obteniendo el puesto de catedrático de Mineralogía y Botánica y convirtiéndose, con 29 años, en el Rector más joven (y el primero, ya que hasta entonces habían sido comisarios regios, por no alcanzarse entre el profesorado el porcentaje suficiente de catedráticos) de la centenaria historia de la Universidad de Murcia.

Fue el principal auspiciador de la consolidación de la Universidad de Murcia en su primer tercio de existencia, consiguiendo aumentar paulatinamente el claustro de profesores y consolidar los estudios impartidos en Murcia, en un tiempo en el que la existencia de esta Universidad fue duramente cuestionada por muchos.

En su tiempo se promovieron numerosas actividades de extensión cultural que estuvieron impartidas por científicos de renombre. Una de estas, por cierto, le granjeó la enemistad del presidente del Gobierno de su tiempo, Miguel Primo de Rivera, por haber estado impartida por un profesor perseguido por él. Esto provocaría que en 1929 la Universidad de Murcia estuviera a punto de desaparecer. Si no lo hizo fue en buena parte por los esfuerzos de quien nos mira desde esta imagen.