En enero de 1952 la Universidad de Murcia registraba una visita de excepción: la del Ministro de Educación Nacional Joaquín Ruiz-Giménez, que había sido recibido con honores por un batallón del Ejército que flanqueaba la puerta de entrada a la universidad

Ruiz-Giménez almorzó con las principales autoridades en el Colegio Mayor Cardenal Belluga, cuyas obras estaban a punto de concluir. La nueva residencia universitaria, con capacidad para 80 plazas, contaría con salón de actos, comedor, biblioteca, sala de gimnasia y enfermería. Desde la terraza pudo contemplar el ministro la huerta y la Universidad, prácticamente unidas entonces y delimitadas por el nuevo colegio. El campus de la Merced acababa de ser concluido en tres de sus flancos (Derecho, Ciencias y Belluga), con la excepción de la facultad de Letras, cuya construcción aún tardaría una década y media en llevarse a cabo.

Cuando Ruiz-Giménez cursó la visita a la Universidad de Murcia, había dejado unos meses antes su puesto de embajador en el Vaticano para encargarse del Ministerio de Educación Nacional. Uno de sus primeros nombramientos había sido el de Laín Entralgo como Rector de la Universidad Complutense.

El rector Manuel Batlle, el ex rector José Loustau y demás autoridades académicas tuvieron ocasión de mostrarle en aquella jornada lo más destacado de la universidad murciana.

Doce años después, Ruiz-Giménez se convertiría en el director de la revista Cuadernos para el Diálogo, la publicación más crítica con el Régimen, y pasado el tiempo, sería el primer Defensor del Pueblo, una figura inédita en España, consagrada por la Constitución del 78.