Joaquín Piqueras (Alguazas, 1967) es un poeta de larga trayectoria, aunque sus libros se suceden con extrema prudencia. De hecho, tras algunos años de silencio, aparece ahora, publicado en Madrid por Canalla Ediciones, un renovador libro poético, Selfies de un hombre invisible, en el que lleva a cabo un complejo redescubrimiento de su universo poético. Ya el título del volumen advierte de que estamos ante un conjunto de poemas especular, de autorreflexión y de introspección, elaborado por un poeta que nos muestra, a través de las imágenes propias, seres invisibles a los que no le es posible reconocerse. Solo el espejo de la poesía dará a la luz una realidad, como se dice en uno de los poemas, entre el soñar y el ser.

Recupera de su inmenso mundo poético Joaquín Piqueras mitos y realidades que configuran existencia y vida y se compromete en un humanismo vitalista con los desprotegidos, para mostrar que el poeta está en el presente y en el mundo. La violencia doméstica machista, los desahucios y algunos otros desmanes comparecen para ser censurados con dureza e ironía, mientras que la vida diaria continúa y surgen los maestros de siempre, desde un bien administrado Homero a nuestros clásicos, desde Berceo a Fray Luis, desde San Juan a Cervantes o Lope de Vega para cerrar con Calderón, revividos, casi machadianamente, en la tarea cotidiana de quien tiene que enseñar a los clásicos y su enhiesto surtidor de sueños.

Vivir la vida y sentir la muerte con Villón y sus ahorcados, con Leopoldo Panero o Nerval, recorrer momentos de existencia que marcan espacios de reflexión en extensos e inquietantes poemas, para asistir a la derrota del general Custer derrotado en Little Big Corn por los indios, centauros del desierto, o estremecerse una vez más con Norman Bates y Janet Leigh o asistir a la matanza del día de san Valentín.

Pero todos en definitiva no son sino selfies de ese hombre invisible que busca su encuentro entre los misterios y los mitos, pero también frente a las injusticias y las desdichas del presente insolidario, las sombras de existencias vencidas.

Hay que destacar la sólida cohesión estructural del poemario, ya que está basada en un contrapunto insistente y reiterado entre poema de larga ambición y extenso vuelo, y haikú concentrador del enigma reflejado en su sublime brevedad. Y siendo un libro tan bien construido revela por otra parte una extensa variedad de estímulos, concordantes sin embargo y coincidentes en el impulso general que asegura la ya anunciada solidez del proyecto poético. Sorprende y estimula, desde el comienzo, la compleja red de tensiones entre las múltiples referencias intertextuales, procedentes del cine, de la música, de la literatura, de la poesía€

Estimula igualmente al lector que compartan espacio en el poemario desde las sugerencias más clásicas a lo más actual y alternativo, incluso hasta lo maldito, pero siempre dotadas tantas referencias de una cohesión que permite que los maestros evocados compartan escenarios y representaciones con músicos de última generación, cineastas agresivos, poetas comprometidos y discutidos, y sobre todo artistas malditos en general, como lo pudieron ser los mismísimos Cervantes, Quevedo, Lope o Góngora en su tiempo, aunque ahora sean venerados como clásicos.

Ficción y realidad, lo culto con lo popular, la ironía y el sarcasmo y universos entrecruzados para construir un mundo insólito y apasionante. Aunque sólidamente conformado en su estructura general, no es desde luego un poemario monótono y reiterativo, sino que en sus páginas se da entrada a los más variados registros métricos (hay varios espléndidos sonetos blancos compartiendo espacios con los haikús o los extensos poemas en verso libre) como también son múltiples las urgencias temáticas: desde la metapoesía al compromiso social, desde el existencialismo al complejo tono humorístico.

Todo presidido por un consciente y muy bien resuelto fragmentarismo constructivo, de quien es consciente de que su trabajo de poeta trasciende sobre la vida y la muerte: «No es vida todo lo que ganas / como no es muerte todo lo que pierdes, / en ese oscuro límite / que tú lubricas con los despojos de tu alma / hallas tu oficio de poeta, // el más antiguo del mundo».

Indudablemente, estamos ante un poeta distinto y, como se ha señalado, innovador, que no responde a cánones establecidos, sino que camina en su propia y personal cosmovisión por terrenos inexplorados, que concentran reflexiones nítidas o enigmáticas, inmersas en los alternativos haikús que enriquecen el volumen y profundizan en la introspección, evidenciada en esos especulares selfies que figuran en el título. Y que persiguen el anhelo y la ansiedad que preside todo el libro, entre soñar y ser.