Denominado por algunos como un oasis en medio de las áridas tierras de Abanilla, y por otros como el 'Cañón del Colorado' murciano, el entorno y las formaciones geológicas que acompañan al río Chícamo a lo largo de 52 kilómetros suponen un espectáculo natural digno de ser visitado.

Este afluente del río Segura se ha popularizado en los últimos años gracias a una ruta que recorre su existente aunque poco abundante caudal. Este recorrido circular, de unos seis kilómetros de extensión y un desnivel total de algo más de 400 metros, queda accesible desde la localidad de Maviscenda, muy cercana al propio río Chícamo. Aunque solo son 22 los kilómetros que mantienen agua en el caudal del río, ya sea temporalmente o de una forma permanente, este tramo fluvial permite la existencia de un sistema de ramblas y de la proliferación de humedales a su alrededor.

Esta región, conocida como la 'Palestina murciana', guarda en su interior un paraje de un gran interés geológico y paisajístico. Catalogado como Lugar de Importancia Comunitaria, el cauce del río Chícamo supone un ecosistema donde fauna y flora conviven a la perfección, y en el que la inacción del ser humano permite aún su disfrute.

La Garganta de Cajer

Este desfiladero de aproximadamente un kilómetro de longitud, por el que una parte del cauce del río Chícamo transcurre, sorprende por sus altas paredes de color rojizo. Este estrecho barranco, cercano a la pedanía abanillera de Macisvenda, da a parar a una gran balsa donde el agua dirigida por el caudal riega las huertas de los pueblos cercanos.