Estamos ante una de las imágenes más curiosas del largo periodo Rectoral de José Loustau, que arrancó en 1918 y se prolongó, con un paréntesis de un par de años, hasta 1936.

La imagen data de 1932, en los comienzos de la II República, y está firmada por el murciano Vidal. A la derecha del sofá, visiblemente insuficiente para albergar a tres personas y el enorme (y por lo que se vislumbra, molesto) ramo de flores con el que les obsequió el centro docente a su llegada, vemos al rector Loustau, que intenta echarse cortésmente hacia un lado para dejar hueco a los dos insignes visitantes y el ramo de marras.

Quien mira un tanto beatífico a la cámara es Mario Carrara, que tan solo unos meses antes se había convertido en uno de los doce profesores universitarios italianos que se había negado a firmar el juramento de lealtad al fascismo, representado por Benito Mussolini.

Tan solo su avanzada edad (tenía 65 años) le libró de la cárcel, pero perdió su cátedra y su trabajo. El profesor inició una serie de viajes en una especie de exilio obligado que le hizo recalar en Murcia, probablemente invitado por Mariano Ruiz-Funes (a la izquierda de la imagen), entonces diputado a Cortes por Murcia y que había formado parte hasta el año anterior de la comisión redactora de la Constitución de 1931.

Carrara está considerado uno de los padres de la medicina forense en Italia, y uno de los principales expertos en medicina criminal de aquel país.

A la izquierda del sofá se encuentra su esposa, Paola, una importante periodista italiana, feminista y defensora del socialismo, cuya ideología no debió ser muy del agrado de la del Duce. Paola y su hermana Gina, hijas de Césare Lambroso, promovieron durante décadas el feminismo en su país. Esa, además de la defensa de la clase trabajadora y un periodismo adaptado a los niños, fueron sus grandes pasiones.

Foto: Vidal. Museo-Laboratorio de José Loustau.