Las últimas cinco generaciones del valle del Noroeste son, por ahora, el contacto más lejano en el tiempo entre el ser humano y la Cueva del Puerto, en Calasparra. La falta de restos hallados en la cavidad y sus grutas hacen imposible saber a ciencia cierta si este lugar fue habitado en tiempos prehistóricos, lo que confiere a la propia cueva un halo de misterio que supone un desconocimiento de su propia historia, y quién sabe cuánto tiempo habrá de pasar hastar saber un poco más de ella.

Con un desnivel total de más de 100 metros, y una longitud de 700 metros en su zona habilitada al turismo -lo que la convierte en la cavidad subterránea con mayor trayecto horizontal de la Región de Murcia-, la Cueva del Puerto se posiciona como una de las maravillas naturales aún por descubrir en territorio murciano.

Sus galerías y salas, repletas de estalactitas y estalagmitas, pueden ser visitadas gracias a rutas guiadas por porfesionales especializados a través de 300 metros de recorrido iluminado y ambientado musicalmente.

Sus salas más reconocidas

En el interior de la Cueva del Puerto se pueden encontrar distintas galerías de origen kárstico, entre las que destacan; la Sala Gaudí, llamada así por recrear de un modo natural la arquitectura del gran maestro del modernismo catalán, la Sala de los Garbanzos, donde las formaciones geológicas afloran con forma redondeada, o la Gran Diaclasa, donde la cavidad baja hasta los 114 metros alcanzando su máxima profundidad.

Esta última sala solo es accesible durante el recorrido deportivo, una opción de primera categoría para los valientes amantes del espeleoturismo.